Esta España cañí tiene ocurrencias graciosas, qué me van a contar ustedes. Los empleados de una sala de bingo de Castilla-La Mancha expulsaron, hace ya algún tiempo, a un tipo que había entrado en el lugar y cada vez que alguien cantaba bingo, con el cinco, gritaba: “¡Por el culo te la hinco!”. Los bingueros se descojonaban de risa y dejaron de tomarse en serio el juego para escuchar el anhelado número cinco y al parroquiano gritar la muletilla: “¡Por el culo te la hinco!”. Acabaron llamando a la Guardia Civil los responsables del bingo, pero la risa duró todo el día e incluso la noticia salió en los periódicos.
Bueno, cambio de tema. En el museo que tiene Emilio Pérez de Ascanio en El Durazno, Puerto de la Cruz, encontré un Austin igual que el que usó mi padre durante muchos años. Es decir, el coche de mi infancia. Una vez se quedó sin freno de mano, conmigo y mis hermanos dentro, en la empinada calle Blanco, mientras mi padre había salido a comprar algo. Fue desplazándose despacito hacia la Plaza del Charco y mi padre detrás, corriendo como un loco, hasta que consiguió frenarlo sin que ni nosotros ni el coche sufriéramos daño. Mi madre casi lo mata. Mi madre logró que le expidieran el carnet de conducir, pero estuvo a punto de atropellar a Manolo el Fula, guardia municipal del Puerto de la Cruz, y después de eso desistió de seguir conduciendo. Era bueno, porque multa que llegaba, multa que mi padre achacaba a mi madre, así que a él nunca le retiraron el carnet.
Y hablando de otra cosa, yo no sé por qué una vez se empeñaron en derribar todos los toros de Osborne de la geografía nacional, con lo bonitos que eran, hasta que a un ministro lúcido se le ocurrió la idea de indultarlos. He sacado una vieja foto de un toro con una puesta de sol que es preciosa. No sé si la tomé yo, o fue otro el autor pero siempre he defendido al toro de carretera, a pesar de que yo no soy muy entusiasta de la fiesta, pero no deja de ser un símbolo nacional, como Pedro Sánchez, Zapatero y la misma ministra de Hacienda, de la que lamento desconocer su nombre. Yo pondría a Zapatero montado sobre el toro, con Maburro, su amigo del alma, al lado. Sería un trío fantástico aunque servidor, de los tres, se queda con el toro, aunque tuviera que soportar los cuernos durante toda la vida.
Entre los pensamientos del autor de ese cartel de la autopista, en el Salto del Barranco, término de La Orotava, destaco uno que es compartido, creo yo, por la inmensa mayoría de los españoles. Es el que dice: “¡¡Sánchez, mándate a mudar ya, coño!!”. No he visto cartel más acertado en todos los días de mi vida. Aquí lo tienen, como prueba de que no me estoy inventando nada. Lo bueno de los fines de semana es que sale un Pipol más divertido. Aquí procuro traerles noticias agradables, cuando no tengo que dedicar la sección a la política, que es alguna vez. Por cierto, ¿por qué no han detenido ya a los que ayudaron a huir a Puigdemont? Parece como si hubiera miedo, pero yo sé quiénes son, los vi en televisión, los pudimos ver todos, no hay secretos. Manos a la obra, hombre.