La formación morada se enfrenta a un nuevo episodio de controversia tras la publicación de un audio en el que se denuncia la actitud de Juan Carlos Monedero, uno de sus fundadores. En el mensaje de voz, el periodista Sergio Gregori, excolaborador de Pablo Iglesias en Canal Red, describe comportamientos «babosos» y que «suenan a agresión sexual» por parte del exdirigente hacia una amiga suya.
Las acusaciones no se detienen ahí. Días antes, la ex eurodiputada de Podemos Lola Sánchez Caldentey reveló en la red social X que Monedero la «empotrró contra la pared» para invitarla a su casa, y aseguró que repitió la actitud con otra compañera. Sin embargo, más allá del impacto mediático, la respuesta del partido ha sido tibia.
La secretaria general de Podemos, Ione Belarra, se ha limitado a insistir en que su formación cuenta con los «mejores protocolos» para abordar estos casos. «Siempre que hemos conocido cualquier testimonio, cualquier indicio de violencia sexual, hemos actuado», ha afirmado en una entrevista en La 2 de TVE. Sin embargo, no ha aclarado si se tomará alguna medida concreta en el caso de Monedero.
Cabe preguntarse hasta qué punto estos protocolos son realmente efectivos o si solo sirven para salvaguardar la imagen del partido. La falta de una respuesta contundente genera dudas sobre el compromiso real de Podemos con la erradicación de este tipo de conductas dentro de su estructura. Mientras tanto, Monedero sigue formando parte de la militancia del partido, aunque sin cargos de dirección desde 2015.
El caso adquiere aún más relevancia si se compara con otras situaciones recientes dentro del espacio político de la izquierda. No hace mucho, Sumar e Izquierda Unida también enfrentaron denuncias por comportamientos machistas en sus filas. En ese contexto, la reacción de Podemos podría interpretarse como una estrategia para minimizar el impacto de las acusaciones y evitar un desgaste mayor de su ya mermado electorado.
El mensaje de Gregori también detalla que algunos de estos episodios ocurrieron durante la Fiesta de la Primavera organizada por Podemos, y que su amiga, aunque perturbada por lo sucedido, decidió no presentar denuncia. Añadió además que trabajar con Monedero en Canal Red fue especialmente incómodo para él, ya que conocía «los cadáveres en el armario» del cofundador de Podemos.
En paralelo, la formación política también ha apartado al coordinador de IU en Baleares, Juanjo Martínez, del consejo de administración de la EMT tras ser señalado en una red social por presuntos abusos sexuales. A diferencia del caso de Monedero, aquí la respuesta ha sido rápida. Martínez, por su parte, ha negado las acusaciones y ha anunciado una querella contra la coordinadora de Podemos en Baleares, Lucía Muñoz, acusándola de emprender una «campaña de desprestigio» en su contra.
En definitiva, el caso Monedero plantea una cuestión clave: ¿funcionan realmente los protocolos internos de Podemos o se aplican según la conveniencia política? La falta de una acción clara podría alimentar la percepción de que estos mecanismos son solo una herramienta de imagen y no una verdadera solución ante situaciones de abuso dentro del partido.