No declarar ante un juez que te cita es tu derecho, pero también prolongar tu agonía judicial. Begoña lo que pasa es que cree que es más importante que el juez y más importante que un juez, por mucho que tu marido sea el presidente del Gobierno, no hay nadie. O sea, que si su defensa le ha recomendado que no declare, me parece bien, pero van a declarar otros por ella y van a cantar La Traviata. Así que el silencio va en su contra y, si no, ya lo verán. Que no concentre tampoco sus esfuerzos de investigada ansiosa en impedir que declaren otros testigos que, lo quiera ella o no, va a llamar el juez Peinado, que lo que pretende, como es su obligación, es saber si la mujer del fatuo, y quién sabe si el propio fatuo, están metidos –presuntamente– en chanchullos varios, con dinero público de por medio. Que se averigüe y ya está. Si son inocentes nos quedaremos todos tranquilos y el país respirará. Si son culpables los investigados, pues a la mazmorra, como todo el mundo. Ahora seguirá el proceso y el juez, en su caso, con el silencio o con la locución de Bego, declarará, si procede, la apertura del juicio oral. Y puede ser condenada o absuelta, incluso en su silencio, por el juzgado de lo Penal o por la Audiencia que la juzgue. Ya habrá tiempo de dictar una ley para amnistiarlos, como es el uso y costumbre en este país. Hablando de otra cosa, que no tiene nada que ver con lo anterior, ahí tienen a Maduro, (a. Maburro), quien como va a perder las elecciones en Venezuela ha mandado cortar los cables de los frenos del coche de María Corina Machado y ha dicho que habrá un baño de sangre y también, que yo lo escuché, que el poder lo tiene él porque controla al pueblo, al Ejército y a la Policía. Toma coño. O sea, que tiene que ganar seguro, así, tan democráticamente, porque si no echará a las fuerzas a la calle y tomará el país. Y habrá sangre. Dios, qué barbaridad. Bueno, pues aquí cerquita, en Cataluña, hubo sangre y condenaron a los policías que intentaron mantener el orden e indultaron a los alborotadores que violaron la ley, proclamaron una independencia que duró cinco segundos y arrasaron el mobiliario urbano y alguna propiedad privada en forma de comercio. Y obstaculizaron a la justicia. Todos están en la calle, no queda uno en la mazmorra. Por eso digo que en este país, cuando se quiere sacar a la calle a alguien que han metido en la cárcel los jueces, se indulta, se aprueba una ley y ya está. No somos ni siquiera una república bananera, somos un país sin vergüenza. Pedro Sánchez se ha encargado de hacérsela perder a los españoles, ha desautorizado a los tribunales para mantenerse ahí, quiere ahora amordazar a la prensa (le va a costar) y pretende meter a España en la industria del banano. Lo único que le falta es el río Magdalena, una barraca en Aracataca, un escritor que lo sublime y un nuevo nombre para el país, cuya Constitución ha sido violentada por un peligroso tribunal partidista: República Bananera del Sur de Europa. Y Europa tan contenta, viviendo con los votos de Sánchez para la Comisión Europea y con el enamoramiento permanente de Úrsula Von der Leyen hacia el fatuo. ¡Que se besen!
martes, septiembre 10, 2024
No declarar es retrasar la agonía
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