Yo tenía una foto de Teresa Gimpera, que acaba de morir, colgada en la pared de mi dormitorio, en la casa de mis abuelos, en la calle Blanco número 12, donde hoy está Blancobar, el bar de copas más famoso del Puerto de la Cruz. La casa sigue siendo nuestra y, en cuanto a mi parte, de la puta Agencia Tributaria. Teresa Gimpera, la actriz que se enamoró del amor, miembro de la gauche divine catalana de los años 60-70, vivió su gran pasión con el actor Craig Hill, pero también con varios intelectuales catalanes de una época singular, en la que el independentismo se aparcó para dar paso a la apertura política sensata y a la cultura, sobre todo. Modelo, actriz, Teresa Gimpera fue retratada por los mejores, entre ellos por Oriol Maspons, el fotógrafo de Interviú que murió en el año 13 de nuestro siglo. Ella tenía 87 años y de joven era una belleza. Ya digo, fue mi musa durante años y todos estábamos enamorados de Teresa Gimpera, una diosa. Bueno, ayer estuve en Gente Radio, por primera vez; y la emisora lleva en antena 25 años. Buen y tempranero programa el que lleva Diego Calvo, que es serio y sabe lo que dice. No me habían invitado antes. Me preguntaron de política y yo contesté y puse a parir a Manolo Domínguez, un entrañable analfabeto funcional. Pero con los años y con el catarro que arrastro desde hace tres meses se me ha puesto voz de Juanito Cruz y no me gusta, porque parece que estoy tocando la flauta dulce, me sale una voz como amariconada. A ver si me deshago de la flema que almaceno en el gaznate porque no me gusta parecerme a ese personaje, al que echaron como agua sucia de Prensa Ibérica y cuentan que el tal Moll, el dueño de la cosa, lo odia cordialmente. Pobre Juan. Estaba en todas partes.
Dicen que una vez se cruzaron dos aviones en el Atlántico y Juan se saludó a sí mismo por la ventanilla, porque iba en los dos aviones que cruzaban el charco, el de ida y el de vuelta. Esto me lo cuenta un amigo común, que tiene muy mala leche. El alcalde del Puerto de la Cruz, Marco González, distribuye un opúsculo con sus logros, un panfleto rojo con muchas fotos suyas. A mí me parece que cuando uno hace cosas –como es el caso— está bien promocionarlas, pero Playa Jardín sigue llena de mierda y eso es malo para el Puerto porque ya está la cosa en los periódicos ingleses.Deben saber que otros destinos pagan a agencias de publicidad para que los defiendan y promocionen, a costa de los fallos de los demás. O sea, que cuidado y arreglen de una vez lo de la mierda de la playa que viene de casas que no se han acoplado a la red de saneamiento, sus moradores cagan y los truños flotan a su libre albedrío en el mar. Un poco de cuidado, hombre, no hay que cagar a deshora. Yo con Interviú tuve varias experiencias. Una de ellas cuando acompañé al fotógrafo Ángel Millán a la finca de mi abuelo, en La Dehesa portuense, para fotografiar, desnuda, a Bárbara Rey. Fue portada en la revista y Ángel la retrató, como Dios la trajo al mundo, sobre una pila de pinocha. Por dónde se metió la pinocha, no sé, pero las fotos quedaron de puta madre. Cuando eso no se depilaban, hoy sí. Donde hay pelo hay alegría.