Lo de los 14.000 millones que Pedro Sánchez anuncia como contramedidas a los aranceles de Trump, destinados a las empresas españolas afectadas, es mentira. Es lo mismo que hizo Zapatero con los damnificados de Lorca, cuando el terremoto; y lo que hizo Zapatero también con Ana Oramas para compensar a Canarias por los votos que le dio al amigo de Maduro: Canarias no vio una perra, ni un trozo de mar (eran ¡10.000 millones de euros! y las aguas jurisdiccionales, que jamás llegaron); y es lo mismo que hizo Sánchez con Valencia, cuando la DANA. Todos mienten y, en cualquier caso, la burocracia es tan brutal que convierte en mentira cualquier buena intención, si la hubiera. Sánchez lo que ha hecho es desempolvar manidos créditos ICO y dinero de viejas subvenciones que jamás llegarán a los perjudicados por los aranceles de Trump. Saca pecho, gana unos cuantos tramos de popularidad, pero efectos prácticos sus palabras no tienen ninguno. Excepto las subvenciones “directísimas” que se conceden a los corruptos (mascarillas y otras gangas), las ayudas oficiales de España son un tranque, un fraude, llevan consigo tal papeleo que los destinatarios se aburren. Yo fui una vez a pedir una ayuda a Sogarte, cuando era pequeño empresario, y dos mindundis enchufadas me hicieron tal interrogatorio, incluso metiéndose en mi vida personal, que me sentí avergonzado, me levanté y me fui. Todo es una burda patraña para sacarte información, para aparecer en los periódicos, para emplear a los enchufados y para ilusionarte. Y, luego, nada. Las subvenciones están todas concedidas de antemano a los amigos y se las maman los corruptos. Sánchez sabe que está mintiendo, lo que ocurre es que lo hace con tanta asiduidad que ya no se le nota en la cara, ni se pone colorado, ni siquiera se emociona. Sabe que está engañando a la audiencia. Pregunten a los habitantes de Lorca (mandaba Zapatero, creo), a los afectados por el volcán de Cumbre Vieja (La Palma) y a los perjudicados por la riada de Valencia, pregunten a ver si han reparado sus daños o si les ha llegado el dinero para paliar su desgracia. Quizá lo único que ha funcionado ha sido el Consorcio de Seguros y el motivo es que está capitalizado por todos los que suscribimos una póliza, porque somos nosotros quienes pagamos en cada recibo la tasa destinada a ese Consorcio. Dinero del Estado, poco, nada. Ningún Gobierno de España último, ni con Sánchez, ni con Rajoy ni con nadie, conoce la vergüenza y siempre se aprovechan esos crápulas de la poca memoria de este país, que es consustancial con su propia historia. No hemos sacado ni una sola conclusión positiva de nuestras desgracias. Es mejor, más fácil y mucho más barato olvidarlas, sin más. Y así nos va, claro. A ver cómo arregla Sánchez que haya despreciado a Israel y que no haya contribuido como era su obligación al presupuesto de Defensa marcado por la OTAN. Y que haya ignorado la voluntad del líder del mundo libre, por muy bruto que este sea –que lo es–.
sábado, 19 julio,2025
