El peor enemigo de Nicolás Maduro es el miedo. Sus antiguos amigos, hoy distanciados del tirano, afirman que el defecto más acusado de Maduro es que es un cobarde. Y que su mayor temor es que un dron “de los Estados Unidos” acabe con su vida. No hay ninguna posibilidad que se dé esta circunstancia, al menos a nivel oficial.
Otra cosa son los mercenarios de Blackwater y otras organizaciones que están esperando que alguien ponga un precio rentable para ellas a la cabeza del dictador para actuar, sobre todo para realizar una extracción y poner al sátrapa en las manos del Tribunal Penal Internacional. Pero una extracción por la fuerza quizá no tenga validez ante el tribunal, a la hora de poder acusarlo. Sería una ilegalidad, viciada en origen.
La detención de Maduro debe realizarse conforme a la ley, no por métodos violentos. Y un dron para eliminarlo pondría a Venezuela, aún más, bajo el yugo de una dictadura militar, aunque sin un mando cualificado capaz de tomar el poder, desde luego. Porque lo único que le queda al chavismo es Maduro y unas Fuerzas Armadas cuyos altos mandos están untados hasta el no va más con el dinero del petróleo y procedente de otros recursos naturales del país.
El jefe de la trama corrupta en la milicia es el ministro de Defensa desde hace una época, el general Vladimir Padrino, un sectario represor, socialista de conveniencia, que tiene bajo su capa a los altos mandos de los ejércitos de Venezuela, cuyo material está envejecido y la formación de sus soldados es muy precaria. La tropa es como una especie de ejército de Pancho Villa: jóvenes sin formación, muchas veces reclutados a la fuerza y cuyo sueldo se lo meten en el bolsillo sus superiores.
En cuanto a Maduro, ya no puede viajar al extranjero porque está reclamado judicialmente en la mayoría de los países de Latinoamérica. Tampoco puede viajar a Europa y sólo podría residir en Rusia, en China y en Irán, pero no se mueve de Venezuela por miedo a que le den un golpe en su país.
Apenas sale de Fuerte Tiuna “y pasa mucho mirando al cielo cuando está en campo abierto”, según una fuente cercana al presidente. “Cree que un dron lo va a eliminar”, añade la fuente consultada por El Burgado.com. Desde hace mucho tiempo, Maduro reside en instalaciones construidas para él y su familia en el principal acuartelamiento de Caracas.
La lógica dice que al tirano no le queda demasiado tiempo en el poder. La presión internacional es fuerte y las propuestas de que se marche voluntariamente podrían ser hasta convincentes para él. ¿Pero a dónde iría? Cuba no lo quiere allí, quizá México o Brasil, pero tampoco son destinos demasiado seguros para él. Está podrido de millones robados a Venezuela y no tendría problemas para sobrevivir, viviendo como un pachá él y su familia, pero la pregunta es dónde y a qué precio político para el país de acogida.