De algo pueden estar seguros: el chavismo no entregará tan fácilmente el poder en Venezuela. El chavismo está armado, además, y la oposición no. Pero, al margen de esa realidad, existe efectivamente riesgo de baño de sangre –de guerra civil no lo sé— si los chavistas ven peligrar sus prebendas tras los resultados del día 28 de julio.
Es muy posible que Maduro tenga ya pactado su exilio y tenga también sus dólares en bancos cubanos o rusos, dependiendo de su destino final (tiene pocos). Lo que parece claro es que Nicolás Maduro no resistirá un Gobierno democrático que lo quiera juzgar. En las declaraciones que Antonio Ledezma hizo al periódico Diario de Avisos hace unas semanas el ex alcalde metropolitano y gobernador de Caracas, exiliado en Madrid, dijo que los crímenes no iban a quedar impunes, aunque no iba a haber persecución política alguna, tras el 28 de julio. Y ya se sabe lo que ha hecho Maduro en estos años de mandato, con y sin Chávez. O sea, que será juzgado.
El propio Maduro ha aludido a un baño de sangre y a una guerra civil tras el 28 de julio. ¿Esto se producirá si pierde, a pesar de las trampas que va a hacer, como es costumbre en el chavismo? La deriva antidemocrática de Venezuela tiene un comienzo de reflejo en España, el país en donde la democracia se ve más amenazada de toda Europa. Y, si no, echen un vistazo a las últimas actuaciones de la mayoría “progresista” del Tribunal Constitucional (TC).
Tomen nota, como ejemplo, de la frase incluida en el voto particular emitido por la magistrada del TC Concepción Espinel, discrepando con la sentencia de sus compañeros que firmaron la exoneración, de facto, de Griñán, enmendando la plana al Tribunal Supremo: “El Tribunal Constitucional ha creado un artificio que lleva a dar cobertura legal a una trama criminal”. Si esto no es una ruptura de posición de un magistrado de carrera –otros tres opinan como ella— con respecto a la mayoría de magistrados, algunos de dudosos conocimientos constitucionales del TC, que controlan Conde-Pumpido y Sánchez y conforman esa “mayoría progresista”, ustedes me explicarán lo que es, entonces.
En Venezuela, el poder judicial hace tiempo que está entregado y comprado por el chavismo, la milicia se ve beneficiada por las prebendas del chavismo y la oposición está huérfana de todo. Edmundo González, el candidato de la oposición, hace lo que puede pero a María Corina Machado, según ella misma, han intentado matarla manipulando el sistema de frenos de su vehículo de campaña. ¿Qué pasa en Venezuela? Y ahora Maduro viene con lo del baño de sangre y la guerra civil. ¿Quién contra quién, un chavismo armado hasta los dientes contra una oposición indefensa?
Hasta Trump nombró a Venezuela, ayer, en el cierre del mitin de pre campaña, en la Convención Nacional Republicana que le nominó candidato. Dijo Trump que Venezuela y El Salvador habían enviado a todos sus criminales hacia los Estados Unidos y que esos países habían mejorado la seguridad por este motivo.
Lo dijo Trump seguramente para justificar su proyecto de cierre de la frontera sur en cuanto gane las elecciones, si las gana, que posiblemente será así, dada la debilidad del candidato demócrata, si no cambia hoy o mañana.
Nuestro corresponsal en Nueva York, Félix Lam, advierte de la avalancha de inmigrantes procedentes de los países de Latinoamérica que entran en los Estados Unidos cada día, casi sin control, y que ya colapsan el mercado laboral de una ciudad como Nueva York. Y Juan Verde, asesor demócrata de presidentes, advirtió en una conferencia reciente celebrada en Tenerife, que Estados Unidos tiene un plan para dotar de capacidad técnica y de material adecuado a países de Latinoamérica para que fabriquen los semiconductores que la industria americana necesita y que hoy importan de Taiwán.
Añadió Verde que este “plan Marshall” para los países del sur de América podría ser fundamental para evitar que la gente se vea en la necesidad de emigrar a los Estados Unidos, en busca de una vida mejor, porque la encontrarían en su propia tierra, al tiempo que se abarataría notablemente para los Estados Unidos el peliagudo e inseguro tema del transporte, tal y como está el mundo.
La oposición venezolana, por otra parte, teme las trampas habituales del chavismo el día 28. Trampas a gran escala, que no las van a poder evitar los observadores internacionales en manos del chavismo, que es quien los pasea por los colegios sin que puedan investigar absolutamente nada.
Desde luego, no le espera nada bueno a nuestra octava isla, sumida quizá en el final del chavismo, en una guerra civil o en un baño de sangre. O en las tres cosas a la vez.