- Publicidad -
Cajasiete
miércoles, 25 junio,2025

Macron: “Notre Dame es ahora la metáfora feliz de lo que debe ser una nación y el mundo”

Demostró que es un líder europeo y mundial indiscutible

Con un despliegue de luces, música sacra y emoción contenida, la catedral de Notre Dame volvió a abrir sus puertas al mundo tras cinco años de ardua restauración.

La ceremonia, cargada de simbolismo, marcó un hito no sólo para Francia, sino para toda la humanidad, al devolver la vida a uno de los emblemas más icónicos del patrimonio cultural universal.

Notre Dame, después de la restauración.

No hubo presencia española. Los reyes tenían que asistir a un funeral en Valencia y Sánchez no puede rodearse ahora con líderes mundiales. Sería un anacronismo. Tampoco mandó a nadie de su elenco ejemplar de ministros. España, que participó en la restauración, no estaba presente en la inauguración: increíble, pero cierto.

La noche comenzó con un desfile de antorchas encabezado por bomberos veteranos del incendio de 2019, cuyo heroísmo salvó gran parte de la estructura del templo. Detrás de ellos, desfilaron artistas, arquitectos y donantes que hicieron posible la reconstrucción.

El repique de las campanas, una tradición suspendida durante años, resonó por primera vez en toda la Île de la Cité, marcando un momento inolvidable. El arzobispo de París lucía capa de colores, cada uno de ellos con un símbolo distinto. Fue todo un triunfo para Occidente.

El presidente francés, Emmanuel Macron, junto a representantes de varios países, inauguró oficialmente la catedral con un emotivo discurso: “Notre Dame es un símbolo de resistencia, no solo para Francia, sino para todo el mundo. Hoy, demostramos que incluso las heridas más profundas pueden sanar”. Macron destacó la colaboración internacional que permitió la reconstrucción, con aportes de más de 40 países. Dijo que Notre Dame, en su nuevo estado, “es la metáfora feliz de lo que debe ser una nación y el mundo”. Macron puede que esté temporalmente acabado como líder de Francia, pero ayer demostró que lo es y que es también una esperanza no sólo para Francia sino para Europa y para el mundo.

Dentro del templo, restaurado con asombrosa fidelidad, los vitrales góticos volvieron a brillar, proyectando un espectáculo de colores en las paredes centenarias. La misa inaugural, presidida por el arzobispo de París, contó con un coro que interpretó himnos en latín, transportando a los asistentes a siglos pasados.

La ceremonia no estuvo exenta de polémicas. La ausencia de representación oficial de España, pese a haber contribuido con expertos en restauración, fue un tema de conversación entre los asistentes. Sin embargo, el ambiente predominante fue de unidad y celebración.

Miles de personas se congregaron en los alrededores para presenciar el evento a través de pantallas gigantes, mientras otros millones siguieron la retransmisión en directo desde sus hogares. Los fuegos artificiales iluminaron la noche parisina, cerrando una jornada histórica.

Notre Dame no solo renació como un monumento arquitectónico, sino como un símbolo de esperanza y colaboración global. Su reapertura es un recordatorio de que, incluso tras la tragedia, la humanidad tiene la capacidad de reconstruir y preservar su legado.

Macron demostró que es un líder mundial, con un poder de convocatoria indiscutible.

Desde Trump a Zelenski, que mantuvieron una reunión privada con Macron; reyes y jefes de estado de países europeos y altos cargos de la Unión Europea. Desde Lagarde a los reyes de Bélgica, dirigentes de toda Europa y de la OTAN; la esposa de Biden, Jill; ex secretarios de Estado norteamericanos; exaltos cargos de países europeos; expresidentes franceses como Barnier –que todavía es primer ministro–, Holland y Zarkozy con su esposa, Carla Bruni. Aquí no hay colores políticos. Era Francia, que estaba dando una lección de patriotismo y de “grandeur”. Tomemos ejemplos los españoles, enfrascados en guerras intestinas y en casos terribles de corrupción institucional. Porque Notre Dame no es Francia, es el mundo. Miembros de casi todas las iglesias estaban presentes, demostrando su unidad en un momento crucial para Occidente, más cultural incluso que religioso. También se echó de menos la presencia del papa Francisco, al parecer debido a sus achaques de salud.

Heriberto Torres
Heriberto Torreshttps://elburgado.com
Colaborador de El Burgado Periódico Digital

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -spot_img
spot_img

LECTOR AL HABLA