Los trileros, generalmente rumanos, son esos tíos que despliegan sobre un cajón jediondo unas chapas y una bolita, que esconden en las uñas de los dedos chicos, como las uñas del mago, para que el incauto se vuelva loco con su trayectoria (la de la bola). Luego están los cómplices que apuestan y siempre pierden, con lo que animan al idiota (yo caí una vez, perdí 50 pesetas) a que entreguen su dinero a la organización. Bueno, pues, mejorando lo presente, miren lo que tenemos aquí. Un presidente del Gobierno de España que copia párrafos enteros de otros en su tesis doctoral, sin citar a los fusilados, y que firma con su nombre y apellido dos libros que le escribe un negro, en este caso una negra. Ser un negro en la literatura es poner su inteligencia al servicio de otro y escribir sus obras, que son firmadas por el falso autor. Después está la Begoña, que pasó del bachillerato a la cátedra, en una meteórica carrera universitaria que no la mejora ni Alejandro Lerroux en la Universidad de La Laguna, donde creo que sacó la carrera de Derecho en un día. Y está David Sánchez, el hermanísimo, que no trabaja y cobra dinero público de la Diputación de Badajoz y que pasó, en un plis/plas de unos ahorros de 261.000 euros a 1,7 millones, según datos de la Agencia Tributaria, si no está mal informada la generalidad de la prensa española. Nadie sabe de dónde le vino el dinero, quizá de un boleto. Y que tiene el don de la ubicuidad porque dispone de piso en San Petersburgo, reside en Portugal, trabaja en España, tiene residencia fiscal en Portugal, cobra en España, un potaje del carajo, porque también ha vivido en Tailandia. Por último aparece ahora una japonesa, llamada Kaori Matsumoto, cuñada de Pedro Sánchez, mujer de David Sánchez (tiene una niña con él), a la que el pequeño ministro Albares había enchufado por la cara en la Oficina de Lucha contra el Terrorismo que la ONU tiene abierta en Madrid. Ya ha renunciado al puesto desde que se filtró la noticia, pero Matsumoto tenía en su poder los visados para entrar en España con su hija y estaba lista para tomar posesión del enchufe. La habían metido ahí por el puto rostro, por enchufe puro y duro. La ONU se dio cuenta del escándalo que se hubiera montado y le dijo que no viniera, que se quedara en Nueva York o en Tailandia, que no se sabe bien dónde reside. Pero, coño, ¿qué familia es esta que nos gobierna? ¿Es que aquí nadie tiene vergüenza? Yo no me invento nada, me nutro de los datos sobre trileros que publica la prensa española. Si este es el presidente del Gobierno, si esta es su familia, ¿dónde están las vidas ejemplares? ¿Bendicen los acólitos de Sánchez estos comportamientos? ¿Qué dice la inútil de la ministra de Hacienda, enamorada platónicamente de su ídolo, y qué dicen los ministros de Defensa y del Interior, que son magistrados? ¿Aprueban estos comportamientos? ¿Por qué personas cuyas trayectorias tienen que ser ejemplares, en razón también de sus profesiones, acostumbrados a juzgar a los demás, no ponen el grito en el cielo? ¿Qué está pasando en nuestro país y hasta qué punto puede la familia Cebolleta humillar a España y a los españoles con sus comportamientos? ¿Y el PSOE, qué fue de aquel partido? ¿Va a seguir Pedro Sánchez y su tribunal afín –qué vergüenza, Conde-Pumpido— perdonando a los ladrones de los ERE? ¿Van a sacar del talego a los concejales de Urbanismo que dieron el visto bueno a una gasolinera fuera de ordenación, un suponer, mientras algunos de estos, de los ERE, que se han mamado cientos de millones y ciertos de ellos se los han gastado en putas y en drogas, están ya en la calle? ¿Este es el nuevo socialismo? ¿Esta es la nueva España? ¿Lo vas a arreglar, Sánchez, con un viajecito a La Palma y una palmadita en el lomo del dócil presidente de los canarios, que parecería, por su mansedumbre, un cabestro en cualquier encierro? ¿Crees que vetando periodistas en tus viajes, periodistas críticos, te estás consagrando como un demócrata, Sánchez? Lo dejo ahí.
martes, septiembre 10, 2024
Los trileros
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