Las elecciones en Groenlandia han marcado un punto de inflexión en la política de la isla, con la victoria de Demokraatit, un partido liberal que promueve la independencia de Dinamarca, aunque sin plazos concretos. Con el 30% de los votos, esta formación ha triplicado su apoyo respecto a los últimos comicios, una señal de que el electorado parece inclinarse hacia la autonomía, pero sin rupturas drásticas.
Lo que resulta llamativo no es sólo el ascenso de Demokraatit, sino el derrumbe de los partidos tradicionales. Inuit Ataqatigiit y Siumut, hasta ahora los pilares del gobierno, han perdido casi la mitad de sus escaños, mientras que Naleraq, un partido independentista radical, ha consolidado su presencia con el 25% de los votos. La única formación que defiende abiertamente la permanencia en Dinamarca, Atassut, ha quedado relegada a un irrelevante 7%.
El contexto de estas elecciones ha estado marcado por el inesperado protagonismo de Estados Unidos. Donald Trump, quien en su momento llegó a sugerir la compra de Groenlandia, ha insistido recientemente en que la isla debería estar bajo control estadounidense, incluso insinuando el uso de la fuerza si fuera necesario. La cuestión, sin embargo, sigue siendo si Groenlandia es realmente independiente para tomar decisiones sobre su futuro o si sigue atada económicamente a Copenhague.
Más del 50% del presupuesto público de Groenlandia depende de las subvenciones danesas, y el desarrollo de una economía autosuficiente sigue siendo una promesa lejana. A pesar de los recursos naturales de la isla, la falta de infraestructuras y la dependencia del sector minero dificultan cualquier plan realista de secesión. Demokraatit defiende que primero se debe fortalecer la economía antes de dar pasos definitivos hacia la independencia, una postura que, aunque moderada, no deja de ser ambigua.
Mientras el mapa político de Groenlandia se reconfigura, el futuro de la isla sigue siendo incierto. La victoria de Demokraatit es un mensaje claro de que el deseo de independencia está presente, pero la falta de un plan concreto y la sombra de la inestabilidad económica dejan más preguntas que respuestas.
