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lunes, septiembre 9, 2024

La vitola, la anilla y la vitolfilia

En puridad y si queremos ser precisos en el manejo de los términos no podemos confundir los conceptos vitola y anilla, faja o banda cuando nos referimos a esos adornos que engalanan con sus pendones los cigarros puros que acostumbramos a fumar. Según la RAE cuando hablamos de vitola, nos referimos a una palabra con múltiples acepciones siendo una de ellas la de anilla o faja  en cuanto a puros se refiere. Pero la vitola también era esa plantilla que se usaba para medir las balas de los cañones y de los fusiles y aquí es donde para muchos se enmarca el origen conceptual del término.

Qué duda cabe que en España, cuando usamos el término vitola, nos referimos a la anilla del cigarro puro. Sin embargo en países como Cuba, Nicaragua, República Dominicana, Honduras, Méjico, etcétera, diferencian ambos términos. Así pues y señalando a Cuba como el origen, debemos diferenciar la vitola de galera, como las medidas de longitud, calibre, cepo que el cigarro tiene en fábrica de lo que es la vitola de salida o vitola comercial, que incluso no siempre coincide con la de galera y que es el nombre, la anilla o faja que se colocan por los fabricantes en los cigarros, sirviendo ello para identificar la marca, procedencia del puro y también para evitar en la medida de lo posible las falsificaciones. En definitiva, como es conocida por el consumidor.

En cuanto al uso de las primeras vitolas, debemos remontarnos a los años 1800 y 1900, una época en las que estas anillas eran auténticas obras de arte que usaban incluso el pan de oro, y que en muchas ocasiones eran pintadas a mano. Para los amantes de la vitolfilia – que no son devoradores de vitolas, sino coleccionistas de ellas-, los años 50 del siglo pasado empiezan  a ser, para muchos de estos expertos, una época de declive en cuanto a los diseños de las anillas se refiere.

Dentro de las posibles causas que pudieron originar el uso de los anillas nos encontramos con dos opciones, que son ampliamente aceptadas. En primer lugar están aquellos que señalan el nacimiento de las mismas como una forma de que los “señores” no ensuciaran sus guantes blancos al fumar los cigarros. En segundo lugar, algunos se remontan a la zarina Catalina La Grande esposa de Pedro III, quién ordenó poner estas protecciones, atendiendo a la misma finalidad.

En mi humilde opinión –y quién seré yo, señor– esta opción, a pesar de estar rodeada de ese romanticismo propio de este mundo, es poco dable pues aquella fallece en el año 1796 y sin embargo las primeras anillas datan de comienzos y primera década de 1800.

En España la vitolfília es casi una religión, como la numismática o la filatelia. Señalan algunos de los más avezados que las más vistosas y de mayor calidad se encuentran en aquellas que procedían de EEUU y de Alemania, donde se instalaron numerosas empresas de litografía que tenían la elaboración de dichas anillas como una de sus ocupaciones. Muchos enmarcan la década de los años 50 como una época de declive en cuanto a su calidad, como obras de artes propiamente dichas para pasar a ser lo que son hoy en día, la enseña de una marca, de un origen y sobre todo para evitar el tema fraudulento.

Dentro de los fumadores de cigarros, hay gustos para todos los colores. Están aquellos que eliminan las vitolas del cigarro de entrada, porque entienden que no se debe presumir de la marca que se está fumando. Cierto es que también se convirtió en una costumbre dentro de los clubes de fumadores para evitar los recelos entre los diferentes grupos que podían converger en una fumada para evitar situaciones de desequilibrio social.

Claro está que este problema no existe si nos encontramos ante un obsequio directamente entregado en fábrica o por el contrario en una cata que podamos hacer a ciegas, donde precisamente el hecho de que los puros no estén vestidos con su vitola atiende a un propósito.

Sin embargo, en mi caso concreto, no soy partidario de retirar la vitola hasta que no proceda, pues si lo hacemos antes de tiempo se puede dañar la capa del cigarro y arruinar en un instante toda la fumada. La vitola normalmente es adherida mediante una resina, que conforme vamos avanzando en la fumada el calor que brota de la combustión hace que se vaya reblandeciendo y nos permite retirarla sin peligro de dañar, como decía anteriormente, la capa.

En definitiva, el problema para mí, si lo hubiera o hubiese, no es la vitola en sí, sino el fumador en cuestión, pues como en todas las facetas de la vida hay que saberse vestir por los pies. No se me entienda mal, esto ocurre con las comidas, las bebidas, las ropas y los viajes. Como siempre es el ser humano la nota disonante.

Fuma feliz, fuma contento, pero sobre todo fuma con tiento.

Jaime Pardo Renshaw
Jaime Pardo Renshaw
Abogado. Colaborador elburgado.com

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