Tiene razón Miguel Henrique Otero, director de “El Diario de Caracas”, exiliado en Madrid, cuando dice que lo que hace Sánchez colonizando las instituciones es imitar a Nicolás Maduro. Ayer se lo recordaron al todavía presidente del Gobierno de España miles de personas, en la manifestación de Madrid. Sánchez, del que ya se dirá algo sobre su participación presunta en la corrupción, por acción u omisión, está rodeado de supuestos corruptos: su mujer, Begoña; su hermano, el especialista en engordar su cuenta corriente sin que Hacienda lo moleste, David; su gran amigo, ex ministro y ex secretario de Organización del PSOE, José Luis Ábalos, experto en mascarillas, maletas llenas de oro y en mantener encuentros que no fueron finalmente secretos con una mujer que tenía prohibida su entrada en la Unión Europea, Delcy; el fiel Koldo; y otros, como Santos Cerdán, que tiene la indecencia de negociar, por orden de su jefe, con delincuentes en Waterloo. No me olvido de Aldama, el primero de ellos en ser entalegado. Yo hace tiempo que he dicho que Sánchez podría acabar en el trullo y en eso sí que no somos Venezuela: el presidente del Gobierno ha podido colonizar a la Fiscalía General del Estado y al Tribunal Constitucional (a la mayoría, en este caso), pero no al Tribunal Supremo ni, afortunadamente, a ninguno de los miles de jueces independientes de este país ni al Consejo General del Poder Judicial. Pero, como no tiene vergüenza, porque incluso gobierna con sus amigos etarras, lo seguirá intentado. Veremos lo que le ocurre a su hermano con la Agencia Tributaria, a la que le encanta presionar a los hipotéticos defraudadores, tipo novio de Ayuso, pero no a los otros caraduras (todos ellos presuntos), como el hermano de Sánchez, que hasta tiene un piso en San Petersburgo. Por cierto, ¿no estuvieron también en San Petersburgo Begoña y Ábalos? Sólo pregunto. Aquí, en este país, hay diferentes varas de medir a los ciudadanos. En esto sí que somos también Venezuela. Razón: la Agencia Tributaria, que fue arma arrojadiza del sinvergüenza de Montoro (PP) y ahora lo es de estos otros golfos. Ayer, en Madrid, docenas de miles de personas llamaron corrupto a Sánchez y a su familia y le pidieron que dimita y que convoque elecciones. Sánchez está atrincherado, pero la resistencia cada vez es más débil. Le queda su tropa de estómagos agradecidos, que es numerosa y también aguerrida, pero le están flojeando sus argumentos. Porque el hambre es el hambre, no hay quien dé más cornás, como dijo un torero.
jueves, 24 abril,2025