Según Sánchez, Margarita Robles, magistrada del Tribunal Supremo en excedencia y ministra de Defensa, es una pájara y se acuesta con el uniforme puesto. No sabía yo que los ministros de Defensa llevaran uniforme o guayabera, como Maduro, y tampoco conocía un servidor la cualificación de pájara de la actual ocupante del puesto. Luego ella o acepta lo de pájara, porque ya se ve que no le ofende, o le da al palabro el matiz ornitológico que no tiene para quitarle importancia al otro pájaro. A mí, Margarita Robles, que tiene nombre de Margarita se llama mi amor, uno, dos, uno, dos, me caen bien. Me parece una mujer sensata, bien formada jurídicamente y entrenada para la política por Juan Alberto Belloch, que fue quien la metió en el Gobierno desde los tiempos de aquel Roldán, que fue capaz de robarle a la Guardia Civil y cuyo paradero ignoro, aunque ahora, rebuscando, me doy cuenta de que la palmó en 2022. Robles y Belloch fueron quienes lo trajeron de Laos, un país que está donde el diablo perdió los calzones y a donde lo mandó el espía Francisco Paesa, que también es muerto. Paesa fue pareja de la mujer de Sukarno, ¿recuerdan? No se ha ofendido la Robles porque Sánchez la haya llamado pájara, ni porque le dijera al tercer pajarraco de la bandada, a Ábalos, que Margarita se llama mi amor, uno dos, uno, dos, “se acuesta con el uniforme”. ¿Y si se le arruga? En fin, que en esta España mía, esta España nuestra, ya nada ofende si se dice en el ámbito privado, aunque trascienda luego a lo público, como es el caso. Claro que pájara admite otras acepciones. Los ciclistas la sufren subiendo el Tourmalet, puerto que suele culminar el pelotón con el moñigo en el culo y sudando a mares. El Real Madrid la ha sufrido en los cuatro o cinco partidos que ha disputado contra el Barça en esta Liga, pero esta pájara de los blancos ha sido una pájara en su modalidad diarreica. A lo mejor resulta que San Sánchez se refería a que dirigir al Ejército produce alguna forma de pájara, por agotamiento o por lo que sea, y no a que la ministra sea una pájara de mucho cuidado, que suena un poquito peor. En todo caso, goloso debe ser el puesto porque ella ni se ha inmutado y eso que es una de las personas más sensatas de este Gobierno y los militares yo creo que le tienen afecto. Lo que sí me ha parecido una revelación es que Margarita se acueste con el uniforme puesto, lo cual no deja de tener su morbillo, o puede que sólo sea una manera de expresarse de Sánchez y no de dar a conocer a Ábalos el amor de Margarita se llama mi amor, uno, dos, uno, dos, por la institución. Ay.
sábado, 19 julio,2025