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martes, septiembre 10, 2024

La historia de “Teide”

La crueldad del género humano no tiene límites. “Teide” es un foxterrier que fue abandonado por sus dueños a casi 3.000 metros de altura, en pleno otoño, cuando los vientos y los fríos del volcán tinerfeño provocan estragos en los humanos y en los animales.

Laura y su marido, Juan, turistas en Tenerife, subieron al parador de Las Cañadas, a unos 2.700 metros de altura, a probar el puchero canario, un plato que en el establecimiento preparan con gusto exquisito.

Cuando descendieron de su coche de alquiler, estacionado en la explanada que se extiende delante del hostal, un perrillo blanco y negro meneaba el rabo junto a ellos. La joven esposa lo acarició. Y el perro los siguió hasta la puerta del parador. Y allí, en el mismo sitio, permaneció hasta que Laura y su marido dieron cuenta del plato típico canario. Entonces les hizo una fiesta, dando saltos y brincos a su alrededor y los siguió hasta el coche.

A Laura y a su marido les sobrevino un terrible sentimiento de pena. Pero subieron al coche y emprendieron el camino de regreso a su hotel, sin mirar atrás. Laura no pudo más. Por uno de los retrovisores laterales vio al perrillo que corría tras el coche, en silencio; una carrera desesperada.

Le dijo a su marido: “¡Para!”. Juan detuvo el vehículo, Laura abrió la puerta y un perro asfixiado por el esfuerzo, exhausto, se sentó en el asfalto ante ella, mirándola fijamente.

Han pasado años desde entonces. Hace tiempo estuve en Madrid, visitando a mis amigos, Laura y Juan. Y me contaron la historia. La verdad, sabía de los abandonos de perros en el Teide, muchos de los cuales mueren de frío o atacados por otros perros más habituados al clima y al paisaje hostil. A medida que me contaban lo sucedido me iba entristeciendo; solté unas cuantas lágrimas de emoción y de pena. ¿Qué sería de aquel foxterrier?

En un momento dado, Juan se ausenta del salón donde charlábamos, se dirige a la cocina y llega acompañado de un perrillo blanco y negro, simpatiquísimo, que daba saltos y más saltos ante sus dueños.

“Míralo”, me dijo Laura, “ahí lo tienes. Se llama “Teide”. Lo subí al coche, lo llevamos a un veterinario en Tenerife, allí lo bañaron, lo vacunaron y hace ocho años que vive con nosotros. Los niños sienten locura por él y el perro por los niños y desde entonces es uno más de la familia; calcula su veterinario que debe tener ahora diez años, le queda mucho. Y está perfecto de salud, fuerte como un roque”.

“Teide” vive en la calle Serrano, de Madrid. Sus dueños están locos con él y “Teide” no se despega de su lado. Cuando van a la sierra los fines de semana no quiere salir de casa solo, sino atado con la correa, y mirando fijamente a sus dueños, por si acaso. Pero ellos no lo van a abandonar y “Teide” seguramente lo sabe.

Este año, “Teide” tendrá, otra vez, sus reyes: una correa nueva, un hueso de los que le gustan y, sobre todo, el cariño de una familia. Y colorín colorado, aunque todo sea verdad.

Leo
Leo
Colaborador de elburgado.com

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