El odio que le tiene a España esa izquierda latinoamericana rancia, que sigue a pie juntillas una leyenda más negra que la Leyenda Negra oficial contra nuestro país, ha tenido ahora reflejo en que la nueva presidenta de México, la pija Claudia Sheinbaum, no invitara al rey de España a su toma de posesión.
No sólo es ella la responsable del terrible desliz diplomático sino el mentecato de López Obrador, todavía presidente, que influye de una manera sobresaliente sobre la pija sustituta, una científica de medio pelo, de familia acomodada y que ya veremos a qué izquierda pertenece.
Todas las conquistas generan violencia y España conquistó México y también sufrió derrota allí. En el colegio nos explicaban la leyenda del árbol de la Noche Triste, bajo el que lloró su derrota Hernán Cortés, aunque algunos historiadores dudan de que el alhuehuete existiera en 1520, en cuyo día 15 de junio los mexicas acabaron con el dominio de los españoles en México.
México, en sus contradicciones y en su desorden, ha soportado incluso la presencia de un emperador, impuesto por el poder europeo, el bueno de Maximiliano, que intentó, con poco éxito, captarse el amor de los mexicanos, a los que dicen que llegó a querer.
Figuras como Benito Juárez, el indio ilustrado amigo de Lincoln, y ya más del pueblo como Pancho Villa, Emiliano Zapata y unos cuanto más, hicieron sus revoluciones. Juárez mandó a fusilar a Maximiliano mientras su esposa Carlota enloquecía en Europa pidiendo refuerzos a las monarquías, con ningún resultado. Pero el día de su capilla, Juárez mandó a un mariachi a tocarle y cantarle a Maximiliano La Paloma, la canción favorita del emperador. Luego lo cosió a tiros el pelotón de fusilamiento.
Tanto en la época de Hernán Cortés como en la de Maximiliano, miles de mexicanos se pusieron de parte de los advenedizos oficiales. En la batalla de la noche triste, Cortés escribió a Carlos V que tres mil indios mexicanos adictos habían muerto en la batalla y sólo 150 españoles. Las conquistas tienen sus luces y sus sombras, pero sin la presencia de España, a lo mejor México no hubiera sido la nación que es hoy. Con sus narcos, sus contradicciones y revoluciones, la historia tenebrosa del extinguido PRI y otras minucias.
Y pedir explicaciones por lo que ocurrió 500 años atrás es propio de un memo de consideración, como es López Obrador y, por lo que se ve, también de la nueva presidenta de nombre muy lejano al nomenclátor de los apellidos mexicanos y, por tanto, españoles. ¡Una carta a Felipe VI pidiendo cuentas de un genocidio de 1520! Y solicitando que el rey actual pidiera perdón. Por supuesto, no hubo respuesta.
Ayer se contaba en el video de Andrés Chaves que a lo mejor tenemos que medir la categoría de los políticos mexicanos con el metro de la esposa de aquel presidente, de visita oficial a Madrid, que hizo regresar el avión presidencial a la capital, mientras el matrimonio hacía una gira por España, porque a su esposa se le habían olvidado una bragas en el hotel donde se hospedaba.
Ha habido de todo en México, incluso hay de todo en España. En México hay imbéciles como el asno de López Obrador y la obediente Sheinbaum, la segunda esclava política del primero, y que supongo que no tiene categoría, ni moral ni política, para gobernar ese país. Aunque las urnas dictaran su veredicto. Allá ellos.