Laura Lima, que en sus ratos libres es diputada al Congreso por el PP, se va a casar con su prometido, un concejal de la Villa de la Orotava llamado Foncho Suárez. Debe estar muy enamorada, porque se ha hecho grabar una camiseta que clama al cielo y que ha reventado las redes y hasta puede acabar con su carrera política, por exceso de cariño y fidelidad al instrumento. Laura es la número tres del PP en Canarias y no sé lo que le habrá o no gustado a Feijóo y a la otra Cuca, a la Gamarra, su volada. Laura Lima, vicesecretaria de Organización del PP de Canarias, o sea, número tres del partido, lleva escrito en su camiseta prenupcial lo siguiente: “Me caso con un villerito y no probaré otra cuquita, lo juro por Diosito”.
Pues ese temporal voto de castidad de doña Laura, diputada por la gracia de Manolo Domínguez, se ha hecho viral en las redes y la foto anda circulando por ahí como un cañón. Es lo malo que tienen las celebraciones, las despedidas de soltero y soltera, que a uno se le calienta el pico y luego se pone encima lo que no debe, como esa leyenda alusiva a la cuquita de don Foncho, que debe ser como la vara mágica del mago Merlín para que su prometida le tenga tanto afecto y, sobre todo, tanta fidelidad; y que jura por Diosito que ese cuerpito no probará cuquita distinta al menos hasta la consumación del matrimonio. O sea que el himeneo de doña Laura, y de don Foncho, va a traer cola y en estos casos hay que tener en cuenta lo siguiente. Cuando uno/una es diputado tiene que guardar las formas, porque una foto revirada y una camiseta indiscreta le arruinan a uno/una la carrera, sin más. Y es bueno cuidar la ingesta de alcohol, porque sin ella yo no concibo que a Laurita se le hubiera ocurrido ponerse esa prenda con semejante leyenda, que sus votantes pueden definir como soez. Manolo Domínguez, que sabe de todo menos de coger el teléfono, estaba ayer –me cuentan algunos íntimos— horrorizado por la publicidad de la cuquita de Foncho, que además preside la gestora del PP en su pueblo, publicidad que le ha hecho su prometida. Y en La Orotava, villa de mucho postín, los villeros no salían de su asombro con la ocurrencia de su representante parlamentaria. En fin, mala cosa también que Laura haya aludido a la cuquita de su prometido, minimizándola además con el diminutivo. ¿Cómo queda don Foncho ahora? ¿Cómo el Mudo de Blancanieves? Menos mal que Laura no se grabó el miembro en la camiseta, porque habría sido aún más escandaloso. Es que no se dan cuenta de que cuando uno traspasa el umbral que marcan los leones de la Carrera de San Jerónimo hay que recatarse, hay que grabarse camisetas con este eslogan: “¡Viva la Virgen de Candelaria!”, o si quieren algo más terrenal, ¡Viva Manolo!, pero no echar alegremente soflamas dirigidas a la cuquita del novio, en las vísperas de un himeneo. Porque, además, la única y definitiva Cuca que hay en el PP, es Gamarra.