No sé quién será más surrealista, si la Audiencia Provincial de Madrid o la nueva novela venezolana. La Audiencia le pide al juez Peinado los papeles de la causa contra Begoña Gómez, sin que el magistrado termine la instrucción, para ver si resuelve, a su favor o no, los recursos presentados. ¿No sería más lógico que el instructor terminara su trabajo? ¿Y si salen ahora evidencias todavía más graves de las que ya existen? Parece surrealista que la Audiencia solicite el rollo (así se despacha el término judicial), cuando Peinado no ha finalizado su trabajo. No quiero pensar que asistamos a una caza de brujas que desprestigie aún más el sistema judicial. Si nos atenemos a la lógica, y no a los procedimientos, que ignoro, sería mucho más normal esperar a que la instrucción concluyera. Porque entonces, de lo contrario, imaginen dónde queda la autoridad del instructor. Todo eso, si es verdad lo que cuentan los periódicos, un poco alarmados. Y ahora voy al Parlamento Europeo, que creo que tiene preparada para la semana próxima una diatriba de amor para cientos de hombres y mujeres sentados contra Maduro, con reconocimiento como presidente de Venezuela de Edmundo González Urrutia, que ayer estuvo reunido con el felón de La Moncloa, muy envejecido tras su viaje a China. A ver si el chino le dio una pócima y lo jodió al hombre, ojalá que no. Lo de Venezuela es un sainete, digno de un nuevo boom literario bananero. El sátrapa convoca elecciones, veta a María Corina. María Corina elige a una sustituta, que es vetada también. Y eligen a un viejo diplomático, que le da una paliza en las urnas al sátrapa. Le piden al mandatario que publique las actas electorales, porque el dictador dice que ganó, pero no las puede publicar, porque perdió. Y, antes, ¡desde Macedonia del Norte!, intenta hackear el escrutinio, pero no se da cuenta de que la oposición tiene la capacidad de recuperar las actas originales. Los sicarios del pedazo de animal dictan órdenes de detención contra el equipo de los ganadores, cuyos elementos se tienen que refugiar en embajadas. 45 países firman en la ONU una declaración sobre los crímenes y las torturas del sátrapa; una quincena de países latinoamericanos retiran sus embajadores; la Asamblea Nacional de Venezuela, cabreada, afirma sin venir a cuento que España tiene una Constitución franquista –cuando es modelo en el mundo entero—; y el Congreso de España aprueba una resolución, que será ratificada por el Senado, con los votos en contra de las huestes de Sanchón Lmtd., solicitando a éste que reconozca al presidente electo, Edmundo González. María Corina, la heroína, anda escondida en Caracas y Edmundo González se exilia en España, porque Sanchón le manda un avión a recogerlo, pero no lo reconoce como presidente electo. No me digan que no hay elementos para un nuevo boom completo, para miles de novelas bananeras. Y en el penúltimo acto, Sanchón no reconoce a González Urrutia pero lo recibe en La Moncloa, sin corbata el presidente español, como en plan compadre. Joder, lo que hay que hacer es resucitar a García Márquez o quizá reanimar con Prozac a Vargas Llosa después de lo de la Preysler, que está el hombre que se cae del esfuerzo realizado. Pero España tampoco se libra de esta novela surrealista, no vayan ustedes a creer, porque a mí lo de la Audiencia Provincial de Madrid y sus “tempos” me mosquea. Y mucho.
viernes, octubre 11, 2024
