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martes, septiembre 17, 2024

Juan Manuel García Ramos se mete en el alma de La Laguna de los años 60

Juan Manuel García-Ramos captura almas en La Laguna
Juan Manuel García-Ramos captura almas en La Laguna

Juan-Manuel García Ramos ha escrito unas crónicas laguneras, cogiendo de aquí y de allá, que me dicen que son una delicia. Nadie como Juan-Manuel y Julio Fajardo para sacar jugo a la vieja Laguna de los años 60 del siglo pasado que tan felices nos hizo a muchos. En las crónicas de Juan-Manuel se pasean las almas de Hernández-Rubio, González Vicén y el macho de Ayala. Don José Peraza de Ayala (y Rodrigo Vallabriga), que impartía Historia del Derecho, me dijo una vez: “Señor González de Chaves, si yo le presento a su abuelo, gran amigo mío, este examen suyo, le iba a dar un patatús. Haga el favor de estudiar más, aunque sea lo imprescindible, si no quiere esforzarse usted mucho, para que yo pueda aprobarlo en septiembre. ¡No sea caradura!”. Al final me aprobó la asignatura un profesor auxiliar llamado Fumero, que me parece que era de Güímar, por una manga de don Manuel Aledo, porque su hijo Manolito se casó con mi prima hermana Chicha Ascanio y don Manuel me hizo la merced. Y siguen casados. Lo digo por si mi amigo Juan-Manuel quiere incluir la anécdota entre las que cuenta en su libro, aún no publicado. A mí no me ha enviado el manuscrito, a otros amigos, sí. Juan-Manuel tiene grandes aptitudes de cronista, pero en el fondo es un tímido con la escritura y cree que los géneros son la novela y el ensayo. No, el género es la crónica, la suya, la mía, la de Camba, la de Azorín, la de Díaz-Cañabate, la de Larra, la de González-Ruano, la de Umbral, la de Raúl del Pozo, la de Antonio Burgos, la de Josep Pla. Y aquí, en el siglo pasado, la de Almadi y su lirismo, la de Vicente Borges y sus circos, la de don Luis Álvarez Cruz y su narrativa dura y como de mala leche. Don Luis era un ogro de apariencia, pero tenía un corazón mayor que él. Dejaba de comer para comprarles a sus hijas un piano. Yo siempre me llevé muy mal con él y ahora me arrepiento. Sus entrevistas eran buenas, no había personaje célebre que visitara las islas que se le resistiera. Abordaba al personaje en el Bar Atlántico o se iba al Puerto de la Cruz, avisado por Isidoro Luz. Él y González-Ruano hablaron mucho durante las estancias del primero en el hotel Miramar, que dirigía mi padre por hacerle un favor a Isidoro, que era el dueño. Mi padre tenía el título de director de hotel, aunque nadie sabe por qué, porque mi padre no tenía ni puta idea de esa profesión. Será porque sabía alemán. Bueno, pues ahora Juan-Manuel García Ramos se pasa al mundo de la crónica, que es un universo divertido, para pasear el alma de aquellos tres personajes, don José María Hernández-Rubio y Cisneros, don Felipe González Vicén y don José Peraza de Ayala y Rodrigo Vallabriga por las calles de Herradores, de la Carrera, por las umbrías laguneras que Juan-Manuel frecuenta ahora y acecha por las ventanas de los restaurantes de esquinas para ver si pasa un alma de aquellas y la atrapa para la literatura. Para la crónica. Supongo que entre los recuerdos estarán los manises de Pepe el gago, aunque ninguno de los protagonistas habrá pisado nunca aquel almacén donde tocaba algún que otro sabandeño. La Laguna es una ciudad donde los recuerdos están vivos, respiran por las rendijas de sus baldosas y por los poros que la humedad ha horadado en las flores de lis de sus blasones. Lo guardan todo esas paredes húmedas y esos verodes enraizados en las tejas bañadas de culantrillo y gotas de rocío. Y me voy a Venezuela, rápidamente. Hay un video en el que Zapatero sale corriendo de un colegio electoral venezolano, parece que hacia el aeropuerto de Maiquetía, increpado por la gente que no lo quiere. Y que saben que ha mamado. Creo que podemos publicar el video en la sección correspondiente. Una señora lo pone como un zapato. Este Zapatero se ha hecho rico en Venezuela, pero no sabemos dónde está el dinero y si tributa por él a la Hacienda española. Ay, Zapatero, Zapatero. Pareces tonto, tienes cara de tonto, pero no tienes un pelo de tonto.

A Zapatero no lo quieren tampoco en Venezuela. Qué vergüenza.
A Zapatero no lo quieren tampoco en Venezuela. Qué vergüenza.

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