El alto el fuego en el sur de Líbano ha concluido, pero la presencia israelí en la región no ha desaparecido. Aunque las tropas han abandonado algunas zonas densamente pobladas, el Ejército de Israel ha decidido mantenerse en cinco puntos estratégicos del territorio libanés, consolidando su presencia con la construcción de posiciones militares. Esta decisión ha sido denunciada por las autoridades libanesas como una violación del acuerdo que establecía la retirada completa de las fuerzas israelíes.
Lejos de ser una simple retirada táctica, la intervención israelí ha dejado tras de sí un rastro de destrucción. Desde finales de noviembre, los soldados han llevado a cabo la demolición sistemática de viviendas e infraestructuras, justificando estas acciones bajo el argumento de que se trataban de instalaciones vinculadas a Hizbulá. Sin embargo, no han aportado pruebas que respalden estas afirmaciones. Los pueblos afectados han quedado arrasados antes de la retirada parcial, lo que ha intensificado la tensión en la región.
Mientras tanto, Israel ha reforzado su control en Labouna, Jabal Balat, la colina Awaida, Al-Aziyah y la colina Hammams, puntos clave que le permiten mantener la vigilancia sobre la frontera libanesa. El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, ha declarado que estas posiciones forman parte de una “zona de seguridad” que será defendida sin concesiones. Además, ha señalado que Hizbulá debe replegarse más allá del río Litani y que el Ejército libanés tiene la responsabilidad de desarmar a la milicia chií bajo supervisión estadounidense.
El primer ministro israelí, Binyamín Netanyahu, ha dejado claro que su país no descarta más intervenciones militares en territorio libanés si considera que Hizbulá sigue operando en la zona. La decisión de mantener tropas en Líbano ha sido coordinada con Washington, lo que sugiere que la comunidad internacional no ejercerá presión para una retirada total.
Para Líbano, esta permanencia israelí no solo representa una violación del alto el fuego, sino también una amenaza directa a su soberanía. A medida que la situación se prolonga, la pregunta que surge es si este despliegue militar es realmente una medida defensiva o una estrategia para consolidar una ocupación de facto en el sur del país.