Robert Francis Prevost, 69 años, es el nuevo papa. De nacimiento norteamericano, de corazón peruano y de madre española, es un misionero agustino, mi orden favorita porque yo estudié con ellos y fui muy feliz en ese colegio portuense. El cardenal protodiácono francés apareció en la logia central de San Pedro con las palabras de esperanza: “Annuntio vobis gaudium magnum…” y esta vez sí que repicaron las campanas de la iglesia de la Peña de Francia portuense, regida por agustinos. Fue emocionante. La comunidad agustina está, por segunda vez en la historia, en el Puerto de la Cruz desde 1958, el año en que nació León XIV. Yo fui de la primera promoción del colegio. Fui muy feliz ahí. Los curas, bueno, los frailes sacerdotes y el hermano lego José, eran unos tíos estupendos. Cuando terminé el bachiller en los Salesianos (porque sólo podía hacer hasta reválida de cuarto en San Agustín), algunos habían dejado de ser sacerdotes y se apartaron del ministerio para formar sus familias. Otros habían muerto. En los agustinos aprendí a respetar a los demás, a jugar al fútbol, a ser persona, mis profesores, religiosos y seglares, eran excelentes y todos los alumnos del colegio guardamos un recuerdo imborrable de él. Ha elegido Prevost el nombre de León XIV, no sé con qué significado. Ha citado en su discurso a Francisco. Si ustedes repasan mis comentarios anteriores, el cardenal Prevost era uno de los favoritos. Su discurso de inicio de pontificado fueron palabras de un hombre emocionado. Nada relevante, sólo una llamada constante a la paz y la trasmisión al mundo de su certeza de que el mal no triunfará sobre el bien. León XIII fue un gran papa, un hombre comprometido con lo social. No va a haber continuidad con la Iglesia de Francisco, cada papa tiene su programa. Prevost era el responsable del Dicasterio para los Obispos, o sea que ha tenido mucho que ver en el nombramiento del último obispo nivariense, monseñor Eloy Santiago. Se trata de un hombre sencillo, que fue elegido en cuarta o en quinta votación –no está claro–, cercano a la curia romana y conocedor de los intríngulis del Vaticano, que no son moco de pavo. Yo me alegro mucho de la elección aunque hasta última hora temí que el elegido fuera Parolin, un diplomático sin labor pastoral a sus espaldas. Además, se llama Pietro y San Malaquías, en sus borrosas profecías, dijo que el último papa sería Pedro el Romano, aunque Parolin nació en Veneto, no en Roma. Luego este parece que no va a ser el último papa y que el meteorito pasará de largo.
El Burgado ya anunció el candidato
