Donald Trump ha invitado a su toma de posesión, como presidente electo de Venezuela, a Edmundo González Urrutia. No habrá representante del actual régimen venezolano en ese acto. Esto da una idea clara de que Trump va a por Venezuela, entre otras cosas para que no se le metan en esa área los chinos o los rusos, o ambos a la vez, como un día se metieron los cubanos. Trump tiene entre sus prioridades reponer en su cargo al presidente elegido en las urnas, que el régimen chavista no reconoce, ya que ha investido al sátrapa, torturador y narcotraficante Nicolás Maduro como primer mandatario del país. España sigue sin reconocer a González Urrutia, como sí lo ha hecho el Parlamento Europeo, Italia, Estados Unidos Canadá y la mayoría de los países de Latinoamérica, entre ellos Uruguay, Argentina, El Salvador, Guatemala y otros. Brasil se mantiene al pairo y México y Colombia, como no podía ser menos, están en una especie de limbo y siguen jugando al teto con Maduro, aunque sin demasiado entusiasmo. Cuba y Nicaragua mandaron a sus presidentes a la toma de posesión. Fueron los únicos. Esta invitación a la toma de posesión de Trump a González Urrutia da a entender que el presidente electo que no quiso entrar en Venezuela el día 10, a pesar de su promesa, tiene el apoyo de USA, aunque no se sabe hasta qué punto será capaz Trump de promover un conflicto en Venezuela para entronizar al presidente legítimo y apartar del poder al dictador. Posiblemente un bloqueo económico, aunque hay empresas americanas en juego, que operan en Venezuela, y con ellas juega el sátrapa. Si USA da un paso en falso, las expulsa o las nacionaliza. En fin, que la presencia en Washington, el día 20, de Edmundo González Urrutia es un gesto que tiene más valor político del que esperaban Maduro y sus generales. Al fin y al cabo, en Venezuela mandan los militares, untados por el chavismo como parte del sistema. Casi todas las “gorras grandes” controlan la explotación minera del Orinoco. Y los civiles de alto rango controlan el petróleo. Las riquezas están repartidas entre ellos. El Gobierno controla el narcotráfico y algunos militares también. Quien no controla nada es el pueblo venezolano, cada vez más empobrecido y millones de sus habitantes fuera de Venezuela, más de siete millones concretamente. Qué tristeza, ¿no creen? Y España, de cómplice soterrado, con Zapatero como CEO.
miércoles, 18 junio,2025