Imagina por un momento una delirante conversación telefónica entre un sospechoso adivinador y un cliente suyo que se identifica con un signo del zodiaco. Lo primero que hace siempre el vidente es preguntar en qué te puede ayudar. El usuario de este tipo de servicio, que previamente se había identificado con el nombre de Géminis, le responde que tiene un problema con el número tres. El pitoniso a su vez no sabe qué decirle ya que no es especialista en numerología. Lo suyo más bien es la quiromancía, es decir, hacer vaticinios fijándose en las rayas de las manos. Sin embargo, en un momento de lucidez, el advino le comenta a su cliente de forma contundente lo siguiente: Géminis, te tienes que abstraer.
Tras unas primeras palabras y tras llegar al punto de inflexión anterior, sin darse cuenta, tanto el vidente como su cliente empiezan a abstraerse mutuamente. Ambos intentan imaginarse una misma pintura de arte abstracto con unos colores cálidos. Realmente, la imagen es muy sencilla. No obstante, a pesar de ser un mismo cuadro, surge una controversia apasionante porque cada uno hace una interpretación diferente de su significado. Para el despistado adivinador la figura no tiene relevancia económica alguna. Pero su cliente observa dos aranceles que se manifiestan de forma expresa y otro que podría estar oculto. Posteriormente, el vidente, con ánimo de acercar posturas, le dice a Géminis que como mucho existirían dos aranceles.
Dejando a un lado el coloquio anterior, ciertamente existen muchas formas de abstraerse. Tal vez, la mejor manera de sacarle partido a la capacidad de abstraerse sea mediante la imaginación; y, seguidamente, conectarla con la realidad. Para que hablemos de un planteamiento razonable deberían concurrir al menos tres posibilidades.
Piensa cómo sería el mundo si haces o dejas de hacer algo. También, pregúntate qué pasaría si no te mueves. El truco consiste en no pensar de forma unidireccional y no quedarte nunca con un mero planteamiento que suele venir en forma de globo sonda. Es decir, cuando te digan que alguien va a subir los aranceles, también puede ocurrir que decida bajarlos o, incluso, mantenerlos. Y todo ello se puede producir en un período corto de tiempo. Ahora bien, existe una tendencia generalizada a sustituir la capacidad de abstracción por lo que actualmente se llaman burbujas de opinión. Paralelamente, a este último fenómeno, desde diferentes ámbitos se subestima la opinión que pudiera tener cualquier persona y se propone una batería de medidas para tutelar una verdad. Pero a nadie le preocupa que una persona pueda llegar a sus propias conclusiones.
Retomando el diálogo surrealista entre el pitoniso y Géminis, resulta que éste último le confiesa que tiene miedo a qué nadie crea en lo que hace porque el número tres resulta ser implacable. Y es que después de las burbujas de opinión y de los censores, le toca el turno a la credibilidad. Entonces, en otro momento de sagacidad, el vidente le reitera la misma máxima: Géminis, te tienes que abstraer.
Más claro que el agua: uno, dos y tres. Listo. En cuanto a la velocidad adecuada, el mejor ritmito es el maratón mientras que el peor chismecito lo constituye la carrera cien metros vallas. A nuestro sospechoso vidente hay que verlo como un genuino corredor de maratón. No hagas caso a las habladurías.
Ya se quién es géminis.
Un Texto con un Alto Nivel.
sencillamente Espectacular