El Mobile World Congress (MWC) de Barcelona ha sido, una vez más, un escaparate no solo de la innovación tecnológica, sino también de mensajes políticos que trascienden su ámbito. La cena inaugural del evento, presidida por el rey Felipe VI, sirvió como plataforma para reafirmar el apoyo español a Ucrania, un posicionamiento que, aunque esperado, no deja de generar matices en el contexto diplomático actual.
El monarca español, en un discurso donde alternó entre español, catalán e inglés, insistió en la necesidad de respaldar al país invadido por Rusia, en una intervención que no aportó novedades significativas respecto a su postura en eventos anteriores. Mientras tanto, la ausencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quien se encontraba en Londres en una cumbre sobre Ucrania, generó un vacío simbólico que algunos interpretaron como una muestra de la fragmentación política en la gestión de la crisis internacional.
Por otro lado, la edición número 19 del MWC trajo consigo un cambio institucional relevante: tras ocho años de distanciamiento, el presidente de la Generalitat, Salvador Illa, se reincorporó a la recepción oficial al monarca. Su presencia rompió con la línea de sus predecesores, Quim Torra y Pere Aragonès, quienes habían rechazado participar en estos actos como gesto de protesta frente a la situación política en Cataluña. La imagen de Illa saludando a Felipe VI marca, en cierta medida, el retorno de la Generalitat a un marco de institucionalidad más convencional.
Sin embargo, el evento no estuvo exento de discursos grandilocuentes. Mientras Illa destacaba el momento “crítico” que vive la guerra en Ucrania y llamaba a la paz, el ministro de Transportes, Óscar López, aprovechaba su intervención para presumir del crecimiento económico de España y alertar sobre los peligros de la desinformación y la Inteligencia Artificial. Su discurso, centrado en la estabilidad económica y la regulación tecnológica, contrastó con la ausencia de menciones a los retos internos del país, como el acceso a la vivienda o la precariedad laboral, cuestiones que afectan de forma directa a la población española.
A pesar del tono solemne de la velada, lo cierto es que las declaraciones de los principales actores políticos no aportaron grandes novedades. La condena a la invasión rusa es un mensaje reiterado en cada intervención institucional, y la presencia de la Generalitat en estos actos, aunque simbólicamente relevante, no altera de manera sustancial el panorama político catalán. Más allá de los gestos y discursos protocolarios, la realidad es que el Mobile World Congress sigue siendo, ante todo, un evento empresarial donde la política encuentra, año tras año, un escaparate para sus propias narrativas.