Dicen que fueron denuncias anónimas en redes, ahora aparecen actrices confirmando maltrato, dicen que Errejón practicaba violencia sicológica y ahora salen también como que Errejón es un tocón. Se llama tocón a lo queda de árbol cuando tú lo cortas, hasta la raíz. Lo cierto es que el chiquitín de las fauces pequeñas –en boca cerrada no entran moscas— se ha marchado de la política por causa de una de esas leyes que ellos promovieron, desarrollaron a su antojo, ensalzaron, llevaron al límite, posiblemente con razón (otra cosa son las denuncias falsas que generan, que son muchas). Errejón, ese iconito de la izquierdona rancia se fue de Sumar antes de que le dieran la patada. El tucán gallego, la Yoli, sufre un revés porque se le marcha un aliado, un amigo, un polemista, aunque últimamente estaban algo separadetes, desde que Yoli dejó definitivamente el astillero para anidar en Madrid, donde le gusta sacar su prominente nariz romana por la ventana del ministerio para respirar el aire que expele Ayuso. O sea que el Flaco ha tenido que poner pies en polvorosa, antes de que las huestes feministas cayeran sobre él, implacables, incluida –desde Bruselas— con su bufanda palestina y su canesú, Irene Montero, la princesa de Galapagar, que no consigue aprender inglés con el libro “El pequeño explorador de la lengua inglesa”, que ella lleva bajo la alfombra turca de su axila. Irene, la que tiene una casa más cara que las tres mansiones de Isabel Rodríguez, ministra de Sánchez de no sé qué ramo. O sea, que uno menos. Otro que se va a tomar por saco (no se lo tomen al pie de la letra) y que se despide de la política. Vete tú a saber si todo esto no está movido por La Moncloa, pero si la conspiración es cierta, el siguiente será Pablo Iglesias, al que a lo mejor acusan de haber exterminado a las hormigas hermafroditas del país. Y entonces se queda instalado el bipartidismo, con la ayuda de tocones y tucanes, o sea de Errejones y Yolandas. De Dieguitos y Mafaldas, que diría Sabina. Así que este país sigue su curso implacable, con su feminismo y sus leyes diabólicas y cae hasta Errejón, que es a un tocón lo que Yolanda es a equis. Están cayendo en su propia trampa. Ahora es preciso saber lo que hizo, porque una denuncia en las redes, y más anónima, no puede, per se, provocar un cataclismo como es el de la dimisión, sin sueldito, sin partido, sin nada. Tiene que haber algo más. Que se besen.
viernes, 23 mayo,2025