La Delegación del Gobierno confirma que Gustavo Matos no está siendo investigado en el caso de los clubes cannábicos del Sur de la isla. Es oportuna esa afirmación. Lo que tiene ahora que averiguar el Ministerio del Interior es quién ha filtrado y tergiversado las noticias aparecidas en la prensa peninsular, a las que se han adherido con mucho entusiasmo –con demasiado entusiasmo– algunos medios del Archipiélago. Si el contenido de las informaciones que han publicado les parecen delictivas a estos medios, valle usted España, pónganle un techo y coloque el rótulo de “prisión nacional”, uno en Cádiz y otro en Bilbao, por citar dos extremos de la piel de toro. E incluyan a Canarias en un rinconcito. Vaya chorrada y vaya intolerable filtración, si es verdad que a Matos lo han incluido en unas diligencias previas instruidas contra el tal Mohamed Derbah por haber mantenido una entrevista con él (investigado, no condenado) en un lugar público, en el que se le trasladan supuestas irregularidades de la policía en actuaciones sobre sus clubes cannábicos, para que no se vuelvan a producir. No se le puede quitar el honor y la fama a Gustavo Matos por esta chorrada, ni se debería abrir a cinco columnas con una reunión en una cafetería, en la que ni se le ofreció nada, ni él cogió nada, ni se cometió ningún hecho delictivo, por lo leído. Matos sólo se ofreció a trasladar supuestas irregularidades policiales a sus responsables. ¿Saben? Esto me hace reflexionar sobre lo que está ocurriendo en España. A lo mejor no tiene tanta razón la derechona en su juicio constante y paralelo a dirigentes de la izquierdona; y a lo mejor lo que se está produciendo es una tremebunda caza de brujas y esta no es la forma de cambiar un Gobierno. La forma de cambiar un Gobierno es en las urnas. Y con certezas, no con medias verdades, ni con hechos tergiversados, ni con filtraciones de sumarios. Hay que investigar quién filtró esto a los medios y quién lo tergiversó todo y con qué aviesas intenciones, porque todo esto sí que es delito. Y, con respeto absoluto a la presunción de inocencia. Yo no creo que Gustavo Matos, que tiene una formación jurídica muy notable, sea tan tonto, ni tan irresponsable de meterse en un lío como el que le atribuyen. Además, lo primero que han hecho algunos medios es relacionar a Matos con Sánchez y con Torres. ¿Y qué? Son compañeros de partido. ¿También quieren meter a Sánchez y a Torres en el caso Derbah? Vamos, hombre, no digan gilipolladas. Ese totum revolutum –del que hablamos en Pipol– hace mucho daño a la democracia. Así no se tumba a un Gobierno. Si no son capaces de hacerlo en las urnas, que los filtradores se detengan y los medios se callen, por vergüenza. Porque tiene que haber un responsable de lo que ha ocurrido. Y Matos debería encontrarlo y ponerlo en manos de los jueces. Porque no hay derecho a que se dude de la honorabilidad de una persona antes de que lo diga no sólo un juez, sino todos los tribunales de instancia hasta que termine el proceso. ¿Quién repara luego el daño causado? Esto de Matos me está haciendo a mí replantearme muchas cosas de las que se dicen en España. Lo que he leído desde ayer me parece bochornoso, indigno de un país civilizado, en el que hemos abandonado el imperio de la ley y la sagrada presunción de inocencia. ¿Cuántos días más vale el “no caso” de Gustavo Matos en la prensa? ¿Cuánta falsa basura más van a revolver? Si desean que Sánchez se vaya –como lo quiere medio país— no acudan a estos procedimientos espurios, sino a verdades absolutas, obtenidas en buena lid, no filtrando sumarios y dándoles la vuelta. Ya está bien de este sinvivir que nos tiene anulados como país. Para los mal pensados, una nota final: no conozco a Matos, creo que lo he visto dos veces en mi vida, una de ellas en una entrevista de televisión en la noche de los tiempos. De la otra no me acuerdo. Ah, sí. Fue en una entrevista en Los Limoneros.
miércoles, 18 junio,2025