Bolaños no se acuerda de nada. La cara dura le ha llegado al cerebro. Sánchez, desde lo de China, ha desaparecido. No se le ve. Begoña, desde mucho antes. Esta noche, Florentino Pérez no duerme, su sueño ha sido alterado por un equipo que ya no es el de antes. Que el Madrid fiche a Arteta o a Xabi Alonso, da igual. O que deje a Ancelotti. Una vez, en Valladolid, Ancelotti tiró una Liga, me acuerdo perfectamente. Otra vez, en el Bernabéu, Clos Gómez, un árbitro, que hoy maneja el VAR, le robó una final de Copa del Rey al Real Madrid ante el Atlético, que tenía a un fisioterapeuta chiquitito argentino que arengaba a las masas desde la banda. Yo estaba allí. El fútbol es una historia, triste o alegre, dependiendo de las segundas jugadas. Si tienes a un tipo que recupera balones, ganas; si no, pierdes. Sánchez tiene a 400 tipos que recuperan balones y es tan osado que llegó a jugar en el Estudiantes. A los malos les preguntan: “¿Y tú de qué juegas?” Y los malos tienen que contestar: “Yo juego de suplente”. Sánchez no las metía ni debajo del aro, según los presentes. Lo peor de los cronistas son los tópicos: los cronistas joden todo lo que dicen y casi todos, no sé por qué, son aficionados al Barça, que es un equipo extranjero, al fin y al cabo, por voluntad propia. Ahora, en Semana Santa, los periódicos podrían no salir, porque no dicen nada, están como ausentes, como diría Neruda. Yo estoy por cogerme unos días, pero esto tiene que seguir porque si todos hacemos lo mismo nadie estaría informado de lo que pasa. Si ustedes me guardan el secreto, me encuentro bastante cansado, me superan los acontecimientos, duermo poco y mal –como Florentino—y sólo me provoca hincharme de helado, desde que descubrí una heladería italiana en el paseo de San Telmo. Esta tarde, con los nervios del partido, me comí un plato de croquetas, una tarrina de helado italiano y me bebí tres gin-tonics de Bombay. Acabé colocado como William Levy en Miami, como ya dije ayer en Pipol. Miren, en realidad lo que quiero es que no me duela la pierna, como decía el doctor don Juan Vidal, que en paz descanse, cuando lo invitaban a cualquier acto. Era un gran otorrino. Por cierto, su nieto, Miguel de la Vega, se ha pirado del Club Oliver y se ha ido a trabajar a Alicante. A mí me gusta Alicante, sobre todo la zona costera, porque si visitas Monóvar, que fue donde nació Azorín, te mueres de asco. Esto, señoras y caballeros, es un Vía Crucis. Semana Santa, ¿para qué? Antañazo la gente hasta se enlutaba. Hoy se manda a mudar al Sur, a soportar atascos y a comer mal.
sábado, 17 mayo,2025
