El Vaticano ha difundido este domingo la primera imagen del papa Francisco desde su ingreso en el hospital Gemelli de Roma hace un mes. Sin embargo, la fotografía, en la que solo se le ve de espaldas en la capilla del apartamento privado del centro hospitalario, deja más preguntas que respuestas sobre su verdadero estado de salud.
La Santa Sede ha asegurado que el pontífice “concelebra” la misa, lo que se interpretaría como un avance en su recuperación, aunque la imagen no muestra a ningún otro sacerdote. Tampoco se observa con claridad si continúa con asistencia respiratoria, un detalle clave dado que hasta ahora se ha informado de que dependía de oxigenoterapia diurna y ventilación mecánica nocturna. En el momento de ser tomada la foto parece que no.
El Vaticano ha optado por una estrategia de comunicación restrictiva, evitando hasta el momento imágenes directas del papa y limitándose a un mensaje grabado el pasado 6 de marzo, donde su voz sonó frágil y debilitada, generando más preocupación que tranquilidad entre los fieles. La reciente fotografía tampoco ayuda a despejar del todo las dudas, ya que el encuadre cuidadosamente seleccionado no ofrece detalles significativos sobre su estado real.
Según fuentes vaticanas, Francisco, de 88 años, continúa con tratamiento farmacológico para la neumonía, terapia respiratoria y ejercicios de movilidad. Aseguran que ha retomado algunas tareas de trabajo, aunque no se han dado detalles concretos sobre su actividad. Mientras tanto, el papa ha dirigido un mensaje escrito a los fieles en el que reconoce estar viviendo un “periodo de prueba” y se solidariza con otros enfermos, una declaración que, si bien refleja su resistencia, también subraya la gravedad de su situación.
Pese a la insistencia del Vaticano en transmitir una imagen de normalidad y mejoría, la falta de información detallada y la ausencia de apariciones públicas siguen alimentando especulaciones. Además, la sala de prensa ha anunciado que el lunes no se emitirá un parte médico, lo que refuerza la sensación de opacidad en torno a la evolución de su salud. Con un pontífice visiblemente debilitado y una comunicación que deja lagunas, el verdadero alcance de su recuperación sigue siendo incierto.
