El Tete está a punto de abandonar el fútbol profesional para integrarse en uno de los dos grupos de la Tercera División encubierta, que ahora se llama Primera Federación. Es decir, fuera de la órbita de Liga, dependiendo de la Federación Española de Fútbol y en una instancia que se considera semiprofesional.
Las acciones del Club serán prácticamente simbólicas y el Tenerife necesita un milagro (12 puntos y que no puntúe el equipo que marca el descenso en cuatro partidos) para colocarse fuera de la zona de descenso. Es prácticamente imposible. El C.D. Tenerife ha tirado la toalla.
No dejó de llover durante todo el encuentro en Miranda de Ebro, con un viejo estadio de Anduva –se inauguró en 1950 y costó 700.000 pesetas) a la mitad de sus 6.000 localidades. El Mirandés se coloca tercero, con grandes posibilidades de ascender, porque está a un punto del primero. Aunque todavía queda mucha Liga Hypermotion por delante. Y las cosas pueden cambiar para el Mirandés, no para el Tete, desde luego.
Al C.D.Tenerife se le ha escapado la moral y las ganas y sus jugadores están como si ya no hubiera nada que hacer. Tipo Valladolid, más o menos, en la Primera División. Se les ve agotados, desmotivados y con pocas ganas de jugar al fútbol. Saben que por mucho que se esfuercen habrán desaparecido de la categoría. Es casi imposible que continúen en ella.
Y entonces no hay crónica posible. Un penalti dudoso, un descuido defensivo, dos goles que pudieron ser cuatro, pocos tiros a puerta rival por parte del Tete, un entrenador –Cervera—desesperado el pobre, líos societarios a tope, una afición que va desapareciendo de las gradas del Heliodoro y unos pocos aficionados que viajaron a Miranda a aguantar agua por un tubo y a desplegar sus banderas con el escudo de los que visten de blanquiazul. Un desastre.
Me da pena de la institución y mientras los directivos se pelean en los despachos, el Tete sucumbe en el césped. Parece un triste sino, que ya son incapaces los jugadores de cambiar. El Tenerife tiene los dos pies en Primera Federación y quién sabe si en la desaparición como club de fútbol. Porque de la Primera Federación a la nada hay un paso. Haría falta otro Javier Pérez y ya no hay de esos.
Jugará en uno de los dos grupos de 20 equipos, atendiendo a la proximidad geográfica. Sus jugadores serán semiprofesionales, las acciones como entidad bajarán puede que más de un 90%, serán tutelados por la Federación Española y no por la Liga y todo se aboca a un caos.
¿Para qué seguir hablando de ello? Las cosas están así y no hay que darle muchas vueltas. Cuando en el fútbol viene todo torcido hay que aceptarlo, pero la lucha por permanecer en Segunda División será estéril. Los demás equipos también existen y son doce puntos los que separan al Tete de la salvación. Demasiados.