El C.D. Tenerife no sólo vive una irresoluble crisis institucional sino también deportiva. Ayer volvió a perder, esta vez en Málaga por 1-0 y la ventaja de los malagueños pudo ser mayor si Edgard Badía no detiene un penalti en contra del equipo tinerfeño.
Todo lo que se cuece en los despachos no vale para nada si el balón no entra en la portería contraria. Y el Tenerife se ha olvidado del gol, juega razonablemente bien, pero a la hora de anotar no lo hace. Y el fútbol es muy competitivo para andar con medias tintas.
Anoche, en Málaga, tuvo ocasiones de gol pero todos los tiros de sus jugadores eran rechazados por piernas y cuerpos de los contrarios. Yo creo en la mala suerte, así que el Tenerife más que directivos peleones y ambiciosos necesita un exorcista.
La situación deportiva del club baja al mismo ritmo que el precio de sus acciones. Le hacen falta diez o doce puntos para salir del pozo, pero es que los rivales también juegan. O sea, que es prácticamente imposible que el Tete abandone la zona de descenso de aquí a final de temporada.
Me recuerda el año de la primera temporada del Tenerife en Primera División. Comenzó a perder y a perder y cuando se dio cuenta estaba otra vez en Segunda, con la experiencia de una sola campaña en la máxima categoría del fútbol español. Ahora está peor, bajará a Tercera, una categoría que ya no existe, sino que se llama Primera Federación. Un eufemismo. La isla se queda sin equipo profesional.
Y los directivos, mientras, peleándose en los despachos. No se dan cuenta de que sus acciones no valen absolutamente nada. Perderán todo su dinero invertido, habiendo caído en peleas estériles, en intrigas que no conducen a ninguna parte. De nada valen pactos, sindicaciones, querellas, demandas y contubernios si la pelotita no entra en la red. Ayer el Tete jugó mejor que el Málaga, pero si el balón lo entra no hay nada que hacer. Y si no lo empujan tampoco entra, así que la historia se queda aquí.
No tiene mal equipo el C.D. Tenerife, ni un mal entrenador. Pero sí mucha mala suerte. Y salir a un terreno de juego gafado es fatal, porque al Tete no le sale nada bien. Juega, toca, llega, pero cuando tira, el balón no entra. Por menos de eso se lanzó por la borda el joven oficial en la película “Master and Commander” cuando sus compañeros lo acusaron veladamente de gafe.
Yo soy de los que creo que la temporada se terminó. Y a lo mejor la situación es una lección para los que se pelean en los despachos. Por un poder estúpido, porque el poder ya no vale para nada en Primera Federación. Entre todos lo mataron y él solito se murió. Esta es mi conclusión.