Hubo ayer una alianza Garrido-Rayco-Pelayo, en contra de los tres accionistas locales de referencia (Amid, Bacallado y Concepción), pero parece que Rayco García no quiere ser presidente del Tete, que está al ladito de un concurso de acreedores. Pelayo ya me lo había dicho: “Yo voy a ayudar a Rayco”.
Ayer se celebró la junta general y hubo un trasiego de gente que se levantaba y se sentaba en la mesa presidencial que el notario, si no se volvió tarumba, fue de milagro. Lo cierto es que la indudable sabiduría notarial no sé si será suficiente para que unos y otros no comiencen a impugnar. El trasiego resultó hasta cómico.
En teoría, quien salió ganador fue Rayco, aliado con Garrido y con Pelayo, una alianza imposible en el pasado y posible en el presente. Rayco dijo lo de siempre: “Hablaré dentro de unos días”. Lo mismo declaró al salir del calabozo y todavía no ha dicho ni pío.
Hay quien opina que al Tete le faltan cinco millones de euros para no entrar en concurso de acreedores. Se los podía pedir prestados a Tebas, pero el año que viene el Tete ya no estará en la órbita de la Liga, sino en la Primera Federación. Porque le hacen falta 11 puntos para salvarse y no los va a conseguir, porque los rivales también juegan. Así que Tebas no soltará un duro.
Paulino Rivero salió a escape y uno de los accionistas locales puede perder siete millones de euros en el lío, tras haber comprado acciones entre 60 y 100 euros y ahora tienen un valor de diez, más o menos. Hablo en hipótesis porque las acciones del Tete nunca se ha sabido bien cuánto valen.
Yo había apostado porque un candidato de consenso podría haber sido el abogado Daniel Díaz, ex alcalde de Tacoronte y yerno de Miguel Concepción, pero no obtuvo ese consenso. Pero si Rayco no quiere estar sentado en la silla, ¿a quién quiere colocar? ¿A Garrido, que tiene un pleito de unos accionistas ingleses y otro litigio judicial con sus ex compañeros de sindicato? ¿A un hombre suyo que no conozca nadie?
Si estuviera vivo José Sabaté, pues sería él. Una vez, Opelio Rodríguez Peña y Andrés Chaves le contaron al famoso intendente mercantil catalán afincado en la isla 50 cargos. ¿Uno más, qué importa? Pero Pepe Sabaté ya murió, el pobre, en paz descanse. A lo mejor don Álvaro Acuña Dorta, que se mandaba oficios a sí mismo cuando presidía la Cruz Roja y era delegado de Educación Física y Deportes y no sé si alcalde de Santa Cruz, todo al mismo tiempo.
En fin, que la junta terminó, pero sin presidente. Con un consejo variopinto y no se sabe si legal del todo. Si me preguntan no sabría decirles quiénes lo componen. Con un notario que va a sufrir para levantar el acta y con unas alianzas que las pacta el diablo.
No les puedo decir si saldremos de ésta. Pero lo que sí ronda es el concurso de acreedores, si no aparecen los cinco millones de euros necesarios para estabilizar las cuentas. ¿Quién los pondrá? Llamen a Roures, a ver. O a Pedro Sánchez, que se los quite a Cataluña.