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viernes, 23 mayo,2025

El Real Madrid se olvidó del Rayo en el segundo tiempo (2-1)

Empiezan a ser preocupantes las pájaras del equipo de Ancelotti

Lo mejor del partido fueron las dos jugadas individuales de Mbappé y Vinicius, que marcaron los goles del Real Madrid en la primera parte. Había sido un medio tiempo bien jugado por los de blanco. Pero al final de esa fase del partido, en los diez últimos minutos, el Madrid, como es costumbre, bajó los brazos y entregó el partido al equipo contrario, que era el Rayo.

El gol de Vinicius, el segundo del Madrid, fue una belleza: entró y salió del área, con todo el Rayo Vallecano persiguiéndole y cuando le dio la gana le cruzó el balón a Batalla, en un disparo inalcanzable. Este muchacho es un crack, no hay duda. Pero en el segundo tiempo también se durmió y además le sacaron la tarjeta amarilla más estúpida del mundo, por protestar. Lo de siempre.

Se veía ganador el Real en el primer tiempo, los jugadores –excepto Mòdric y Tchouameni y quizá Frank García— se acostaron a dormir y hasta sufrieron en los últimos minutos, encerrados en su área, y no aprovecharon tres ocasiones claras de gol de Vinicius y Mbappé, precisamente, a lo largo del encuentro.

La grada pitó al Madrid con suma justicia y el Rayo estuvo a punto de dar un susto, porque le quitó el balón a los de blanco nada más iniciada la segunda mitad y hasta pudieron empatar.

No ocurrió nada. El Rayo había acortado distancias, al final de la primera mitad, con un gol raro, un tiro de los que no entran nunca y el balón se metió, por poquito, en la portería de Lunin, en uno de esos disparos/churro que si tocan la red son golazos. Este superó la raya por centímetros. Ni siquiera me acuerdo de quién fue su autor. Lunin es inocente.

En los últimos años, el Rayo, en su campo de dimensiones liliputienses, le complica la vida al Madrid y también  le muele la batata en el Bernabéu. Hoy es un equipo que juega bien, aunque estaba plagado de suplentes en esta ocasión. Y además tiene cuatro jugadores apercibidos de sanción. Y un buen entrenador, un chico muy joven este Íñigo.

El Real Madrid, en la segunda parte, ya he dicho que no existió. Hasta Bellingham andaba por el campo como un pollo sin cabeza, sin sitio, sin juego y perdiendo balones peligrosos. Sólo Tchouameni y Mòdric los disputaron todos. Fueron los dos mejores del partido.

Al final, poca historia. Un Madrid sembrado en la primera mitad e inexistente en la segunda. Los equipos más flojos se le atragantan al conjunto de Ancelotti, que desde luego no está en su mejor momento. Yo creo que pensaban más en la eliminatoria contra el Atlético que en el partido que estaban jugando.

Al final, incluso, entraron Brahim y Valverde, pero nada, diez minutos, para darles trote antes de la cita del Metropolitano. Courtois no jugó por una sobrecarga, pero estará el miércoles.

Y eso fue todo. El partido no merece que yo escriba una línea más sobre él. Pero empiezan a ser preocupantes las pájaras de los de blanco. Un día y otro día, sin solución de continuidad.

A. Hernández-Romero
A. Hernández-Romero
Bajo el seudónimo de A. Hernández-Romero escribe un colectivo de periodistas deportivos que colabora con este periódico.

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