El anterior catarro me duró tres meses y el de ahora lleva una semana. Me preparo para lo peor. He seguido los consejos de mi amiga la catedrática de Farmacia Carmen Rubio y de mi distante médico de cabecera Antonio Alarcó, que ya no se preocupa de mí porque no hay nada como un carguito para alejarse de los amigos. Pero es que me canso, con lo que mi cardiólogo, Enrique González, ya lo estará achacando al corazón y no a la puta flema. El oxímetro, creo que se llama así, marca entre 94 y 97, está dentro de lo normal, pero lo ideal es 98 y no llego. Dicen los ingleses, lo he contado alguna vez en otra parte, que es de muy mala educación hablar de los males que le aquejan a uno, pero no cuando se trata de las dolencias de los demás. Pero el puto catarro me está matando y es un catarro raro, porque a veces no te da la lata, puedes olvidarte de él, pero otras es un calvario: toses, te sobreviene la flema y esas cosas. El otro día, en Los Limoneros, tuve que huir porque tenía de todo, pero bueno, ya había terminado la entrevista del lunes en el Diario de Avisos. Como siga así no me va a dar tiempo de leer el Testut, el mejor tratado de Anatomía de la historia, que me regaló el citado doctor Enrique González, con el valor añadido de que perteneció a su padre. Un recuerdo precioso de quien fue buen amigo mío. Espero que esta semana pueda echar fuera el catarro y también que pueda aclarar la cuenta de Vodafone, en donde se han armado un lío con mi teléfono de aúpa. Vamos a ser optimistas, hombre.
viernes, octubre 11, 2024
Parece que LA SAUNA te puede ayudar mucho,semplicemente hay que intentar con la sauna que no es una medicina hay que intentar puede ser que vale de verdad la pena solo intentar