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miércoles, 25 junio,2025

El PP se enfrenta a su propio modelo democrático

A pocos meses de su congreso nacional, el Partido Popular vuelve a abrir una caja que nunca ha terminado de cerrar: su propio sistema de democracia interna. Lejos de buscar una apertura hacia métodos más participativos, la dirección del partido parece más interesada en redefinir las reglas del juego desde arriba, sin un debate real entre las bases.

La actual estructura de elección interna, reformada en 2017 para adaptarse al auge de partidos como Ciudadanos, estableció un sistema de doble vuelta: primero votan los militantes y luego los compromisarios deciden entre los dos más votados. Este método, lejos de garantizar una mayor representatividad, ha evidenciado su mayor defecto en su propio funcionamiento: la voluntad de la militancia puede quedar relegada en favor del poder orgánico. El caso más claro fue el de Soraya Sáenz de Santamaría, que ganó la primera vuelta pero perdió en los despachos frente a Pablo Casado.

Ahora, Alberto Núñez Feijóo ha reabierto ese melón al confirmar que el sistema volverá a modificarse, aunque sin precisar hacia dónde. Su diagnóstico es claro: hay una «contradicción» que resolver, pero su receta parece pasar más por reforzar el poder de los compromisarios que por abrir el partido a una militancia más activa. «No creo en primarias asamblearias», sentenció en su día el propio Feijóo, alineándose con un modelo que prioriza el control interno.

A esta deriva se ha sumado Juanma Moreno, presidente andaluz y figura con peso entre los compromisarios, quien defiende que el actual sistema fue una concesión a la presión mediática y política de otros tiempos. Según él, no se trata de hacer el PP más democrático, sino de hacerlo más “coherente” con su cultura interna. El argumento, sin embargo, pasa de puntillas por una realidad incómoda: la contradicción entre el discurso de apertura y la práctica de blindaje de poder.

Mientras tanto, figuras con fuerte apoyo en la militancia, como Isabel Díaz Ayuso, optan por el silencio. La presidenta madrileña, que en su día defendió el principio de “un militante, un voto”, evitó pronunciarse sobre un debate que podría determinar el futuro liderazgo del partido. Su ambigüedad puede leerse como táctica, pero también como síntoma de una organización donde las verdaderas decisiones se cocinan lejos del foco público.

Así, el congreso del PP se presenta como una oportunidad perdida para redefinir el partido hacia modelos más abiertos. La reforma que se plantea parece más interesada en evitar futuros sobresaltos que en construir una verdadera democracia interna. Y todo, envuelto en una aparente calma que esconde la tensión latente entre barones, militantes y un liderazgo que busca perpetuarse con nuevas viejas reglas.

Gabriel Suárez
Gabriel Suárez
Redactor de El Burgado, estudiante de Periodismo en la Universidad de La Laguna, directivo de la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas, Vicepresidente del Consejo de Estudiantes de la Universidad de La Laguna y colaborador en programas de televisión y emisoras de radios

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