Puigdemont no es Puigdemont, es el mago Pop. El prófugo, que al parecer llevaba varios días escondido fuera de Barcelona, pero en España, llegó a la capital, dio un discurso sin sentido de cuatro minutos ante 3.000 independentistas muy enardecidos, se marchó por la puerta de atrás del escenario con ayuda de varios mossos, circuló en dirección prohibida en el coche de un policía indepe durante un trecho, salió pitando, se cambió de automóvil y vaya usted a saber dónde está ahora. Ridículo para el CNI, ridículo para la Guardia Civil, para la Policía Nacional y monumental ridículo para la policía catalana, los Mossos de Escuadra, que tienen una célula independentista dentro (hay dos mossos presos y se esperan más detenciones) y no se habían enterado. Pero si no salen de sus comisarías hoy, saldrán mañana. No hay problema. Puigdemont agrava su situación procesal, por no entregarse, pero, ¿y qué más le da? Él sabe que no le va a ocurrir nada. En último término tiene al Tribunal Constitucional, que es del régimen, aquí un amigo. Todo estaba preparado: ni un ministro de Sánchez en el pleno de la proclamación de Illa y Sánchez también desaparecido. Sánchez sabe que España es suya, que le pertenece, como Venezuela a Maduro. Nos quejamos de una dictadura bananera, pero ¿y ésta de España? Los medios extranjeros están poniendo a parir a la “policía de España”, se ríen de ella, pero no es la policía de España. Si el Gobierno de España hubiera querido, Puigdemont estaría ya en manos del magistrado Llarena. Pero es que Sánchez no quiere. Y, además, el desaparecido más ilustre no es Puchi, es Sanchito. ¿Dónde coño está, como dice la polca sabandeña? Puchi se ha convertido en el mago Pop, en un nuevo Houdini de nuestro tiempo. Como político es mediocre, pero montando pollos es un as el tío y, además, tiene unos ayudantes, como el abogado Gonzalo Boye, un genio en el arte del escapismo. Así que Puchi se ha convertido hoy en un super héroe catalán, que aparece y desaparece como la jirafa de La Gran Belleza, de Sorrentino. Ayer, Puchi los toreó a todos y quién sabe si se fue a tomar café con Sánchez a cualquier lugar ignoto de los Pirineos, o a una playa catalana, a un chiringuito. Parece mentira que en pleno siglo XXI, aunque sea en una región española tan surrealista como Cataluña, ocurran estas cosas: que desaparezca delante de todo el mundo un tío buscado por todas las policías del país. El colmo sería que mañana saludara a su audiencia desde Waterloo, después de cruzar de nuevo la frontera, esta vez en sentido contrario. Claro, que si se va y vuelve y lo trincan –lo cual no es probable— ya no le valdrán excusas: ingresará en prisión por doble riesgo de fuga, porque de lo contrario el juez estaría aplicando una doctrina diferente a la que se exige al resto de los españoles y esto no sería constitucional. Mas, ¿qué importa hoy en día la Constitución? Somos el hazmerreír del mundo, no digamos de Europa, donde a los españoles hace tiempo que nos toman como el pito del sereno. ¿Y dónde está el Gobierno? Unos en la playa de Gandía, otros en la Concha de San Sebastián, otros en Asturias, otros en la Malvarrosa valenciana. Haciendo escaping. Y Sanchito, con Begoña, missing. Allá que se las arreglen los catalanes. Pero es que Puchi es patrimonio de España, coño. Y yo quiero enfrentarlo al mago Pop. Ganará Puchi, seguro. Por cierto, casi nadie duda de que Sánchez está en el ajo. Es más que probable que el presidente del Gobierno, un hombre sin escrúpulos, con tal de salvar el culo y ganarse de nuevo los votos de Junts en el Congreso, haya ayudado en la tocata y fuga de Puchi. Al menos, retirando a los cuerpos de seguridad nacionales de su seguimiento y entregándole el muerto a los Mossos de Escuadra. Menudo paquete.
lunes, septiembre 9, 2024
El mago Pop
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