El Real Madrid logró el domingo, a una hora intempestiva y con el estadio lleno, un buen partido, un plácido partido de Liga ante el Girona. El equipo de Ancelotti, con un Mbappé y un Vinicius desatados, dominó a los catalanes, que tuvieron sin embargo alguna oportunidad de gol, salvadas todas por un espléndido Courtois.
La mejor noticia fue la recuperación de Alaba, que jugó más de 70 minutos, a pleno rendimiento. Y también el esfuerzo de Rodrygo, que fue siempre un delantero fantástico, aunque sin acierto de cara al gol, esta vez. Todos los tiros superaban con mucho el larguero rival. Pero a la hora de defender también lo hizo, y muy bien. Noticia: no jugó Valverde. Y, por cierto, Lucas Vázquez, espléndido. Es un jugador como la copa de un pino. Hasta Mendy jugó bien, que ya es decir.
Gazzaniga, el portero argentino del Girona, evitó una goleada y se lo paró todo a Mbappé, que le lanzaba balones desde todos lados. El pase de Mbappé a Vinicius en el gol de éste fue una jugada de salón. De manual. Y el gol de Mòdric, en el primer tiempo, una obra de arte de 24,4 metros. Un golazo.
Se ve que el equipo que viste de blanco está en forma y dispuesto a afrontar los partidos clave para Copa del Rey, Champions y Liga, que en las tres competiciones sigue vivo el Real Madrid, pero también el Barcelona y el Atlético.
Mbappé es un ciclón y se entiende a las mil maravillas con sus compañeros. El Madrid, gracias a él, juega bonito, como lo hacía antes, no gana jugando mal. Además, al Girona le tiene tomada la medida. Esta vez Cuadra Fernández hizo un buen arbitraje, nadie se quejó demasiado y además jugadores y árbitros se hicieron la foto de la reconciliación. Menos mal.
El Girona no está bien, pero tampoco está mal. Juega, llega, pero tiene mala suerte de cara al gol. Y el Real Madrid se gusta a sí mismo, se ve confiado en el campo, no se dedica a machacar al rival sino a jugar al fútbol. Esto es fantástico, porque se combina la ética con el deporte. Al rival hay que respetarlo. La superioridad del equipo de Ancelotti es enorme, Qué lástima que no la haga valer cuando se enfrenta a los catalanes de Laporta y a los colchoneros de Simeone. Quizá esta historia haya acabado ya.