Terrible la nota que se han distribuido entre ellos, y supongo que también a la opinión pública (la tienen en esta edición), los enfermeros de Urgencias del HUC, que han tenido, incluso, que asumir funciones que no les corresponden debido al caos del servicio citado. Poco menos que advierten que si un paciente sufre un infarto, un ictus o cualquier enfermedad repentina grave, no hay capacidad para atenderlo en el servicio y puede morir en una ambulancia estacionada a la puerta de Urgencias. Es tal la gravedad del asunto que necesitaría la intervención inmediata de la Consejería de Sanidad, antes de que todos, Gerencia, Dirección médica del Hospital y la propia Consejería, se vean envueltos en una lluvia de demandas civiles y penales de pacientes no atendidos o de familiares de pacientes fallecidos. La nota de los enfermeros habla de que ellos mismos están realizando funciones que no les corresponden, ayudando y aconsejando a médicos novatos, no especialistas en medicina de urgencias, cómo tienen que realizar el trial (la selección de pacientes) o incluso sobre los propios tratamientos a suministrar. La situación es gravísima porque el HUC atiende a la mitad de la isla (alrededor de 500.000 personas, incluyendo La Laguna y todo el Norte de Tenerife) y qué decir si se produce una pandemia como el covid, que desde 2020 descontroló por completo la sanidad canaria y la española, con alguna salvedad. Los enfermeros advierten de la insoportable espera que soportan los pacientes antes de ser atendidos, hasta 30 horas, y que son ellos los que tienen que estar reevaluando constantemente a los enfermos, en los mismos pasillos, amontonados, sin privacidad y en condiciones muy precarias, ya que ni siquiera se dispone de monitores para todos los ingresos. Mientras, tenemos a un presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, que sólo se ocupa de los menas, a una consejera de Sanidad, Esther Monzón, que es incompetente o que no se entera de lo que está ocurriendo, a un gerente del HUC que parece poco avezado en la responsabilidad que le han conferido y a un director médico que es posible que esté superado por los acontecimientos. Han dejado morir al HUC, que fue el germen de la Facultad de Medicina, a la que también se han cargado entre los gobiernos y los rectorados, que imparte docencia en las mismas instalaciones de hace 50 años, con la amenaza para alumnos y profesores del asbestos cancerígeno que contienen sus planchas de uralita del techo, algo impresentable y mucho menos en un centro de enseñanza de la medicina. Esa Facultad no resistiría la más laxa inspección médica si se tratara de la fábrica de un particular, por ejemplo. La hubieran tupido a multas y a indemnizaciones. Lo que denuncian los enfermeros roza, y somos generosos, la responsabilidad, incluso penal, de los responsables del mal funcionamiento del HUC, que pone en peligro las vidas de sus pacientes, los somete a la humillación de la falta de privacidad, no los atiende adecuadamente, quién sabe con qué consecuencias porque aún no han sido evaluadas en un estudio serio.
martes, 29 abril,2025