Mientras millones de ciudadanos se enfrentaban a la incertidumbre tras un masivo apagón eléctrico que paralizó el país, el Gobierno central, liderado por Pedro Sánchez, compareció tras casi seis horas de silencio sin aportar explicaciones claras ni un calendario de solución. La respuesta oficial se limitó a vagas apelaciones a la «prudencia» y a la «responsabilidad ciudadana», en un momento donde, precisamente, la falta de información era el principal problema.
Sánchez, en una intervención que dejó más preguntas que respuestas, reconoció no contar con «información concluyente» sobre la causa del apagón. A pesar de declarar la situación como «crítica» y de activar los protocolos de emergencia del Plan de Riesgos del sector eléctrico, el Ejecutivo fue incapaz de detallar si el origen del colapso fue técnico, humano o un posible ciberataque, una posibilidad que tampoco quiso descartar. Mientras tanto, otras fuentes gubernamentales, de manera extraoficial, sugerían que una «avería» era la hipótesis más probable.
La comunicación de la crisis, lejos de ser transparente y eficaz, estuvo marcada por la opacidad y la improvisación. Durante horas, Red Eléctrica actuó como única vía de información mientras La Moncloa acumulaba reuniones de crisis, primero con técnicos y luego en un Consejo de Seguridad Nacional extraordinario. Todo ello mientras las principales comunidades autónomas afectadas, como Madrid, Andalucía, Murcia o Extremadura, solicitaban asumir la gestión directa de la emergencia mediante la declaración del nivel 3 de Protección Civil.
En su comparecencia, Sánchez se limitó a pedir a la población que reduzca el uso de los teléfonos móviles y evite desplazamientos, pero no explicó si las autoridades cuentan con un plan realista para garantizar la recuperación del suministro eléctrico o la protección de infraestructuras críticas. La única pista ofrecida fue la mención a una «fuerte oscilación» en el sistema eléctrico europeo, un dato que, sin contexto ni responsables claros, solo alimentó la confusión pública.
La falta de liderazgo visible en las primeras horas, sumada a la ausencia de detalles sobre las medidas adoptadas, dibuja un escenario preocupante de descoordinación en plena emergencia. No es la primera vez que el Gobierno recurre a mensajes genéricos y a un tono institucional que evita afrontar las responsabilidades concretas: la gestión de la pandemia o las recientes crisis diplomáticas son precedentes que hoy resuenan con fuerza.
España, de momento, sigue sin saber qué ha provocado su apagón masivo, cuánto durará o quién será responsable. Lo único claro, por ahora, es que, una vez más, la ciudadanía se enfrenta sola a las consecuencias mientras el Gobierno promete respuestas que no llegan.