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martes, septiembre 10, 2024

El despacho de Begoña

Si los inspectores de Trabajo se lanzan como buitres contra un matrimonio que tiene a sus hijos ayudándoles en el chiringuito los fines de semana, sin darlos de alta, lo lógico es que el PP pregunte en el Congreso por qué la mujer del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, Begoña Gómez, ha declarado en sede judicial que su lugar de trabajo es La Moncloa. Pues que se presente allí un inspector de Trabajo, acompañado de una pareja de la Guardia Civil, a ver si lo que cuenta es verdad, si tiene asiento ergonómico ante su mesa para que no sufra de la espalda ni del culo, si los extintores están en su sitio y señalizados, si tiene funcionarios que le ayudan, haciendo dejación de sus funciones; si gasta recursos del Estado en tareas profesionales, si tiene coche oficial que la lleva y la traiga para sus negocios particulares, si cuenta con libro de visitas debidamente visado y todo eso. Porque ya que la Inspección es tan groseramente exigente, que lo sea también con ella porque dice la Constitución que todos los españoles somos iguales ante la ley. Así que si Begoña quiere hacer negocios privados que no los haga en La Moncloa, sino que abra una oficina, contrate y dé de alta una secretaria, o un secretario, y un chófer y el personal que le dé la gana. Y que lo pague con su dinero y cumpla con las cuotas de la Seguridad Social para que los españoles podamos cobrar nuestras pensiones, sin tener que recurrir a las menguadas reservas del Estado. Pero lo ya hecho tiene sanción, o sea que no le permitan ahora que empiece de cero, porque esto sería otro indulto, sino que señale su despacho de La Moncloa, el que usa para enriquecerse, que identifique, en su caso, a su personal, con el DNI, el TC-1 y el TC-2, y que, si trabaja sola, que lo diga y que se dé de alta como autónoma, abonando sus cuotas que luego le sirvan para su jubilación. Como cualquier currito. Porque si la Inspección cruje a multas a modestos empresarios por no cumplir con alguna de las múltiples y complicadas normas de este país, pues que aplique el mismo rasero a quien vive a cuerpo de rey en La Moncloa y en La Mareta, no paga alquiler, ni cotiza una mierda, igual que se ensaña la Inspección con cualquier desgraciado que abre un negocio, aunque sea pequeño y no gane un euro porque todo se lo mama el Estado. O sea, que tiene razón el PP cuando dice que se explique todo esto  por parte de la familia Cebolleta para que los Sánchez no tengan a La Moncloa como una oficina de chanchullos varios. Sólo falta que el hermano de Sánchez, el otro prenda, ponga como lugar donde dirige sus inexistentes conciertos en la Casa de Semillas, en el complejo monclovita. Estos caraduras, además de acabar con el país, lo van a convertir en la Venezuela europea. Porque hasta Borrell, que se va o se ha ido como ministro de Exteriores de la UE, ha estado bailando la yenka con lo del fraude electoral en Venezuela. Son todos iguales, unos más y otros menos descarados, pero todos cortados por el mismo patrón. Y uno acaba hartándose también de la corte de pelotas, adulones y lameculos que tienen detrás, oliéndoles los pedos. Y ya está bien, caraduras.

Andrés Chaves
Andrés Chaves
Periodista por la EOP de la Universidad de La Laguna, licenciado y doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense, ex presidente de la Asociación de la Prensa de Santa Cruz de Tenerife, ex vicepresidente de la FAPE, fundador de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de La Laguna y su primer profesor y profesor honorífico de la Complutense. Es miembro del Instituto de Estudios Canarios y de la National Geographic Society.

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