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Piérdale usted el miedo al punto y coma. ¡Su verdadero enemigo ahora es el guion largo! Sí, ya sabe —ese que hasta ahora no sabía cómo encontrar en su teclado—. Si me lo permite, quítese también la manía de presentar los ejemplos de tres en tres. Yo entiendo que, viniendo de un país católico, apostólico y romano, le cueste pensar más allá —o más acá— de la Santísima Trinidad, pero hágame caso; me lo agradecerá.
No deje que su ingenio piense por Vd. Absténgase, asimismo, de buscar profundidad en la oposición: no es la simetría lo que piensa, sino la tensión. La metáfora puede quedarse —la república de las letras aún la necesita—, pero seamos sigilosos con nuestros silogismos y símiles. Si la metáfora respira, se vuelve humana; de lo contrario, huele a silicio, cobre y litio.
Por último, no olvide que es usted quien está pulsando las teclas. Con sus dedos, sus manías, con sus callos si los tiene. Muéstrenos por dónde corre el agua en los surcos de sus manos. ¿En qué grieta termina por secarse?
El eco del goteo nos marca el ritmo, aun cuando no demos abasto. Es de las pocas marcas que quedan de nuestra humanidad. Más fiable que cualquier captcha. No la olvide Vd.