A mí, ciudadano normal, se me caería la cara de vergüenza si un juez, y más del Tribunal Supremo, me dice que “es una evidencia que (García Ortiz) hizo desaparecer pruebas”. Lo dice el instructor del Supremo, Ángel Luis Hurtado, tras la UCO de la Guardia Civil detectar que el fiscal general borró y cambió de móvil para que no se supiera que fue él quien inspiró y ejecutó el presunto delito de revelación de secretos del que está acusado. Él y otra sumisa adlátere. García Ortiz es tan guripa, tan golfo, como el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, que además se ha vendido con nuestro dinero a la causa independentista catalana para mantenerse en el poder (¿el precio?, 17.000 millones, que ya nos cobrarán el 30 de junio). ¿Puede haber mayor golfería en un gobernante? Estos dos individuos sin escrúpulos son personajes de la picaresca, no de la política, ante la pasividad de una Unión Europea que no sirve para nada porque está presidida por la Tonta del Bote. García Ortiz no se va a su casa porque Pedro Sánchez le ha pedido que se quede para, junto al parcial y con pocos escrúpulos Conde Pumpido, más obediente a Sánchez que celoso de aplicar el derecho constitucional, le libren a él y a su familia del talego. ¿Se está convirtiendo España en un país de altos funcionarios sinvergüenzas? Pues puede ser. Lo que ocurre que este país sigue leyendo poco y vota con inconsciencia, lo cual es también un abuso de la democracia. Borges decía que la democracia es un abuso de la estadística, pero hay otros abusos incluidos en la estadística, como es la ignorancia. Y más en un país de pícaros, que ya fue denunciado por la novela picaresca del Siglo de Oro, que fue la vía crítica de la España que se quedaba atrás, la España de ciegos sucios, golfos callejeros y quijotes. Ocurre que tenemos mala suerte, porque la sinvergonzonería española coincide con una Europa a la que ni le importamos nada, ni tampoco pintamos nada en ella, porque los líderes europeos sonríen y hasta celebran a Sánchez, cuando va a Bruselas y Estrasburgo, como ignorantes bobalicones. Incluida su asnal presidenta. Y coincide con una oposición en España más perdida que el barco del arroz. España tiene un presidente que jamás ha leído un libro, que copió su tesis doctoral, que amparó con todas sus armas los disparates ilegales de su esposa y de su hermano y un fiscal general que, para salvar su culo, borra las pruebas contra él como si fuera un chorizo de supermercado. Cuando algo falla, ahí está el otro miembro de la banda, el presidente del Constitucional. Esta es la fiscalía que nos acusa a los demás –porque no hace otra cosa— y que no nos defiende a los españoles de la tragedia que nos viene de arriba. Y este es el politizado y parcial Tribunal Constitucional que ve –¿qué ve?– nuestros recursos de amparo, como instancia más desesperada del españolito de a pie y de los políticos corruptos. Pónganse en su sitio, fiscales de a pie, magistrados de la tribuna, y no arropen espuriamente a esos jefes que los desprestigian y los degradan ante la sociedad con sus comportamientos. Tengan vergüenza. Los tres.
sábado, 12 julio,2025