Para hacerse una foto en Maiquetía no valía la pena un viaje trasatlántico. Los dirigentes del PP se equivocaron, se gastaron el dinero en balde y no tuvieron en cuenta que en una dictadura no es la oposición la que invita a seguir un proceso electoral. Es el dictador. Y el dictador no los va a invitar a que critiquen su tramposo proceder, así que a nada fueron. A hacer el ridículo. Los suelos de la terminal grande de Maiquetía son preciosos, están diseñados por el artista venezolano Cruz Díez, con Soto uno de los dos genios de la escultura universal del país. En mis 56 viajes a Caracas, allí compraba yo las botellas especiales de Ron Santa Teresa y el whisky Buchanans de 18 años, hoy a 151 euros la botella en Canarias, el mejor que se fabrica en el mundo, en mi modesta opinión. Venezuela consume más whisky al año que toda Latinoamérica junta y eso que el millón y pico de venezolanos que más bebía escocés está viviendo fuera del país. Pero siguen encargando el Buchanans al economato del Ejército en Puerto Cabello, o a los contrabandistas que lo importan desde Porlamar, en isla Margarita, donde no paga impuestos de entrada. En Porlamar me compraba yo ropa de las grandes firmas mundiales a unos precios irrisorios. En la finca del todavía gobernador, Morel Rodríguez, me inspiré para escribir mi novela “Los gallos de Achímpano”, estirado en una hamaca, con el whisky Old Parr del gobernador con agua de coco en una mano y viendo pelear a los gallos, a los que el guachimán le ponía corchos de botellas en las espuelas para que no se hicieran daño. La historia va de un gallo albino, que se volvió todavía más blanco porque comía leche materna y que se hacía el muerto en las peleas, por pura estrategia, para atacar al rival cuando el rival creía que había ganado el combate. Un espía de Chávez que venía mucho por Canarias le llevó un libro al presidente y Chávez lo enseñó en uno de aquellos discursos. Le dijo al espía: “Este sí que ha sabido captar el espíritu venezolano, chico”. Y yo estuve dos veces con Chávez y una de ellas me invitó a que dejara el hotel y me fuera a vivir a La Casona. “No, presidente, se lo agradezco, pero cualquier noche que vengan a matarlo a usted, a lo mejor se equivocan y me matan a mí”. Chávez echó una carcajada, hasta que dijo: “Aquí en Venezuela no muere nadie”. Es una pena que el país haya caído en ese pozo y los torpes que Chávez dejó se fíen de sinvergüenzas como Zapatero, Monedero y todos los aprovechados que en España todavía no pueden hacer lo que quieren. Zapatero ha visto en Venezuela una mina de oro y el otro recoge sustanciosas migajas. Esos son los aprendices de dictadores que están aconsejando al gran dictador. ¿Y qué pasará mañana? No lo sé, desde luego las elecciones van a ser un fraude, esto está escrito. Si, por lógica, gana la oposición, Maduro no le va a entregar el poder. Tiene lo necesario a su favor: las armas, sobre todo. En cada hogar chavista hay un arma. La oposición, desarmada y aturdida, se acobardará. Aunque lo que digo podría cambiar, pero a costa de un baño de sangre: que la oposición se envalentone e invade Miraflores, o intente entrar por la fuerza en Fuerte Tiuna, vaya usted a saber. Zapatero y Monedero saldrán pitando, pero con los bolsillos llenos, rumbo al regazo de Sánchez, que cada vez es menos regazo. Todos acabarán igual, ya lo verán. Yo creo que entre rejas, unos allá, en el Caribe, otros aquí, en la Meseta. Pero me da que hoy Venezuela no va a obtener el premio que debería ganar uno de los países más ricos del mundo, en el que más han robado sus dirigentes. Desde Gómez y Pérez Jiménez, Venezuela no había conocido una dictadura, pero la de Chávez y Maduro ha sido terrible. Dicen que han sido 15.000 las personas torturadas y más de siete millones las exiliadas por miedo a que las torturen y por la pobreza extrema. Sólo en los Estados Unidos han entrado 800.000 y a Canarias han regresado más de 100.000. ¿Quién aguanta este éxodo? Podría escribir otra novela. A lo mejor, pero ya no sería de gallos albinos.
domingo, 25 mayo,2025