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miércoles, 25 junio,2025

Defensa se hace un lío con las cifras

España ha decidido intensificar su inversión en Defensa con cifras históricas, pero lo llamativo no es solo el volumen del gasto, sino su distribución. En 2025, el Plan Industrial y Tecnológico para la Defensa y la Seguridad alcanzará los 10.471 millones de euros, con la mirada puesta en satisfacer las exigencias de la OTAN y fortalecer la industria nacional. Sin embargo, apenas el 18,7% de ese presupuesto —casi 2.000 millones— irá destinado a capacidades reales de defensa y disuasión. El resto, según el planteamiento oficial, busca reforzar el tejido industrial y tecnológico del país.

El grueso de la inversión militar directa estará centrado en el Ejército de Tierra, que se llevará el 35% del presupuesto destinado a armamento. Obuses autopropulsados, vehículos blindados y plataformas de reconocimiento son los protagonistas de esta modernización. Destacan 300 millones de euros para sustituir los antiguos M-109 A5 por artillería de despliegue rápido y otros 200 millones para iniciar el desarrollo de un nuevo vehículo acorazado que reemplace a los TOA, presentes en las filas españolas desde hace décadas. También se invertirán millones en renovar unidades del Pizarro, vehículos de exploración y en sistemas de combate terrestre que no verán la luz antes de 2040.

La Armada tampoco se queda atrás. De los 495 millones previstos para este cuerpo, se dedicarán 225 millones a actualizar las fragatas F-100, buques insignia que ya nacieron con vocación tecnológica. El veterano buque de aprovisionamiento ‘Patiño’ será retirado tras más de 30 años de servicio, dando paso a una nueva unidad aún por construir. También se invertirán 100 millones en modernizar buques de asalto anfibio y 50 millones en diseñar un nuevo vehículo de combate para la Infantería de Marina. Como guinda, un nuevo sistema de defensa antimisil por valor de 70 millones tratará de blindar a la flota frente a amenazas de alta intensidad.

Mientras tanto, el Ejército del Aire y del Espacio recibirá 216 millones para el desarrollo del Sistema de Armas de Nueva Generación (NGWS), una iniciativa que aspira a situar a Europa en la vanguardia de la aviación militar junto a Francia y Alemania. Aunque estos futuros cazas de sexta generación no llegarán hasta dentro de años, ya suponen una inversión significativa en tecnologías aún en desarrollo.

Pese a las cifras y a la retórica oficial sobre soberanía y disuasión, el debate sobre estas decisiones sigue siendo escaso. ¿Dónde queda la discusión pública sobre prioridades presupuestarias cuando casi 2.000 millones se destinan a rearme? ¿Qué peso tienen estas decisiones frente a otras urgencias como la sanidad, la educación o la transición energética?

El presupuesto refleja una estrategia de Estado a largo plazo, pero también evidencia una falta de contraste crítico. Porque más allá de la tecnología o los compromisos internacionales, sigue sin estar claro hasta qué punto la ciudadanía respalda —o siquiera conoce— el contenido de este ambicioso plan militar.

Gabriel Suárez
Gabriel Suárez
Redactor de El Burgado, estudiante de Periodismo en la Universidad de La Laguna, directivo de la Coordinadora de Representantes de Estudiantes de Universidades Públicas, Vicepresidente del Consejo de Estudiantes de la Universidad de La Laguna y colaborador en programas de televisión y emisoras de radios

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