Aunque pudiera parecer que este artículo versa sobre el ambiente de crispación que campa por sus fueros en nuestras Cortes Generales, nada que ver. Eso sí, mantiene un denominador común como son los políticos de nuestro solar patrio.
Varias lunas han pasado desde que nuestro país, España, fuera el primer productor de cigarros puros del mundo; y desde que la Real Fábrica de Sevilla (hoy Facultad de Derecho) fuera la más antigua. Hasta el día de hoy, cuando los ignorantes políticos rodeados de asesores, pero muy poco asesorados, están acogotando y condenando al ostracismo a los fumadores.
Eso sí, para poner el cazo a la suculenta recaudación que gravan las labores del tabaco y su consumo, firman rápido.
Como decía, varias lunas han pasado desde que el tabaco fuera parte de nuestra cultura, pero hoy, como ocurre con tantas costumbres, los políticos españoles despliegan sus sábanas blancas sobre nuestra historia y tradiciones.
El tabaco, entendiéndose por cigarrillo, supone una lacra, un veneno; es una rémora, donde poco o nada queda de su espíritu tabaquero. Pero su fumador también tiene derechos, al igual que los amantes del váper y saborizados. No obstante, el mundo del cigarro puro y el tabaco de pipa distan años luz del anterior, pues su humo no se traga, los pulmones no sufren y los niveles de nicotina son muy bajos en comparación con el cigarrette.
El origen de la palabra cigarro (referida siempre al puro) proviene de los campos españoles donde se cultivaba esta planta, y de cuando, al atardecer, las cigarras desplegaban, cual tenores, sus alegres cantos.
Los tiempos han cambiado, las gentes, la sociedad, pero los niveles de nuestros políticos han disminuido a cotas alarmantes. En países como Nicaragua, República Dominicana, Honduras, México, principales productores hoy en día del tabaco puro, todo eso es tradición, cultura, parte importante de la economía y del bienestar social. Es un mundo inclusivo donde hombres y mujeres fuman puros; algo que por otra parte resulta más integrador que finalizar un palabro con una letra o con la otra.
Sin embargo, al cruzar el charco y llegar a su cuna nos adentramos en las catacumbas, en el oscurantismo, en la condena social y en el más vil ostracismo. Los últimos gobiernos españoles, han proscrito y equiparado a los fumadores de puros y pipa con fumadores de cigarrillos, váper y saborizados (con todo mis respetos hacia ellos). Pero es que ambos mundos son el día y la noche.
Antes de que finalice este año, nuestros derechos se habrán recortado nuevamente con una ley que no busca el interés general, sino acaparar la foto y el titular del coliseo propagandístico.
Somos el demonio, pero nuestro dinero suena a arcas llenas. Y es que todo esto ya ocurrió años atrás, cuando los hosteleros tuvieron que reacondicionar sus establecimientos. Y cuando muchos de ellos aún no han terminado de pagar esos préstamos, en el mejor de los casos; ya que el cierre, por desgracia, fue el destino de otros muchos.
Como decía, a finales de año, y claro está dependiendo de la comunidad autónoma en la que vivas, sufrirás en mayor o menor medida el látigo del avispado legislador.
En EEUU, y tras una batalla de años, dinero, estudios sanitarios, informes médicos, y un largo etcétera, su Alto Tribunal enmendó la plana al Gobierno, demostrando científicamente que fumar puros o pipa nada tiene que ver con el consumo de cigarrillos, vápers y saborizados; y, por ende, con sus enfermedades y con la salud, en definitiva.
Nos queda el consuelo de que esta batalla ya ha aterrizado en Europa, cual desembarco de Normandía, y albergamos grandes y renovadas esperanzas para el mundo del cigarro puro. Buenos humos, en suma.
