En primer lugar, me referiré a los superhéroes. Luego, traeré a colación a los capitanes Co, Araña y Regalado, si bien todos ellos carecen de poderes sobrenaturales.
¡Pum! Menuda escandalera. En el mundo de los superhéroes, siempre podrás ver a una persona volando sin ayuda y ocasionando mucho ruido. Aunque en el guion de la película pudiera estar previsto que tanto el superhéroe como el supervillano hablaran entre sí, todo se reduce a una concatenación de ensordecedores efectos especiales. Si no fuera por algún tema musical intercalado, estaríamos ante una cacofonía total. Las cintas de superhéroes están cortadas con la misma tijera. Los productores nunca hicieron tan poco, pero al mismo tiempo llegaron tan lejos: inversión mínima con beneficio máximo. Las cotufas saladas son una importante parte de esta maquinaria económica porque se venden como pepitas de oro.
Aunque para algunos el estilo mutante se encuentra más bien de capa caída, el corazón de los espectadores siempre ha anhelado la magia con barita científica. En Hollywood lo saben y llevan las emociones hasta la extenuación. El productor de la franquicia siempre tiene presente en el horizonte un dilema crematístico: la penúltima parte o la precuela. El gato al agua se lo llevará la que haga mejor caja.
Las peripecias de los superhéroes suelen ser muy absurdas. No obstante, más inverosímil es que te pidan un certificado de antecedentes penales para poder casarte y que la página web donde se tramita siempre sea inaccesible. Ni un superhéroe ni un bar llamado Quitapenas podrían arreglar eso. De un informático no te esperes grandes cosas porque la solución no es apagar el ordenador. En la compleja fórmula del amor existe un ingrediente que suele aparecer de forma inesperada en la superficie, pero que siempre ha estado latente. Seguro que averiguas cuál es.
Llegamos al Capitán Co, que lleva conviviendo con nosotros desde tiempos inmemoriales. No obstante, debemos hacer escala en un puerto marítimo que se encuentra gobernado en régimen de fideicomiso por el Capitán Araña. Hasta no hace mucho las conexiones marítimas estaban en pañales. Había zonas hostiles y otras simplemente esperaban a su descubrimiento. En la medida que existiera un interés económico en algún sitio, el Capitán Araña era capaz de organizar una expedición, aunque el rumbo fuere desconocido. El Capitán Araña consciente del peligro, nunca se embarcaba en las misiones y así evitaba cualquier inconveniente para su integridad. Ahora bien, el Capitán Araña era un mero subordinado del Capitán Co. En cualquier etapa de la historia, la moneda de cambio más valiosa es la información. El Capitán Co siempre ha sido el virrey de la información y del mambo. Por eso, el Capitán Araña acataba las órdenes del Capitán Co.
En la actualidad, todavía te puedes encontrar al Capitán Co. Las sociedades perfectas no existieron nunca y tampoco ahora. Tal vez, lo único que ha variado ha sido la irrupción de la tecnología. ¿Una persona es buena o mala por naturaleza? Esta es una cuestión esencial de la condición humana que últimamente se ha ido diluyendo en los mentideros de las redes sociales. La sociedad actual ha optado por el buenismo y por la ingenuidad. Sin embargo, algunas personas han asumido el rol del Capitán Co. Frente al Capitán Co sólo cabe agudizar el sentido de la precaución.
El Capitán Co no lleva capa y tampoco tiene poderes mentales. Más bien destaca por su determinación. Para el Capitán Co el fin siempre justifica los medios. Cuando el Capitán Co nos hable del Capitán Regalado, nos dirá que las grandes ventajas económicas no conllevan contraprestación y que los regalos caen del cielo. Sin embargo, ni Capitán Co ni el Capitán Regalado entregan duros por pesetas.
Si alguna vez el Capitán Co te menciona los Ojos del Guadiana, ten en cuenta que lo que surgió en algún momento luego desaparecerá. Así de sencillo, te quedarás sin plumas y cacareando como una gallina. Aquí la onomatopeya no será pum sino otra bien distinta: ¡co, co, co!