Chanchullo catalán

Tipos con dos votos en la mano, diputados ausentes que votaban por delegación, desobediencia al Tribunal Constitucional, todo esto pasa en España y no entra la policía a detenerlos, con una orden del TS o del TC. Es lo que ha ocurrido en la elección de la presidencia y de la Mesa del Parlamento Catalán, cuyos miembros han sido votados con un tufo de ilegalidad que tira para atrás. Cataluña siempre ha estado armando líos, pero se hace precisa una actuación inmediata de los tribunales para invalidar una votación en la que un solo tío mete dos votos en la urna. Es la vergüenza de la democracia, parece todo igual a aquel referéndum en el que una sola persona votaba cinco veces y en el que se metían votos a puñados en las urnas. ¿Qué es lo que quiere Pedro Sánchez? Todo esto se le va a ir en contra, tarde o temprano. Ya se sabe que, incluso en España, no hay mal que mil años dure ni cuerpo que lo resista. Mientras, han obligado al rey a firmar la ley de amnistía y sólo el Supremo se mantiene firme: si Puigdemont, un payaso, entra en España, será detenido. Porque no se pueden violentar las leyes, ni se puede –sin consecuencias— legislar a conveniencia para que un presidente se mantenga en el sillón. Pedro Sánchez pagará lo que está haciendo, al más puro estilo de los dictadores latinoamericanos, porque es capaz de violentar todas las normas, le está tomando el pelo a las instituciones y está logrando la división renovada de las dos Españas, sólo para mantenerse en el poder. Su caradura no tiene límites y será, estoy convencido, el hazmerreír de Europa, aunque él crea que no. Por eso España es cada vez menos Europa, por eso tardó tanto en entrar en la Unión: porque España tiene madera de dictadura. Y con este tío, mucho más. Llegará un momento en que la situación será insostenible. Yo creo que ya lo es.