Chago Melián, en forma a sus 75 años, seguirá cantando en el Puerto de la Cruz, cada día del embarque de la Virgen del Carmen, el Ave María de Schubert. Donde no cantará más es en su pueblo, en La Punta, para que las nuevas generaciones vayan tomando el timón de la fiesta. He estado un rato bueno con Chago, para mi entrevista semanal del Diario de Avisos, así que si quieren conocer mejor sus proyectos y su vida, léanla el próximo lunes. Aquí sólo digo que seguirá cantando en el Puerto de la Cruz, a pesar de que este año un mal sonido le jugó una peor pasada durante su actuación. A veces, querido Chago, lo barato sale caro. Y hay que respetar más a los artistas. Dos días antes de la actuación no lo había llamado nadie para recordársela. ¿Y si hubiera estado de viaje? ¿O en Hawaii, de donde es su mujer?
Me encontré por la calle a una familia, todos vestidos con camisetas del Real Madrid y con el 7 de Ronaldo en la espalda. Creo que el 7 ahora es de Vinicius y el 9 de Mbappé. Pero la estampa era curiosa. Les tomé una foto porque me pareció original verlos a los tres con la camiseta del 7 en la espalda. A esto se le llama ser forofo de un equipo y de un jugador. Un amigo me ha regalado un par de gafas de cerca, como las antiparras antiguas, la mar de cómodas. Las compró en Singapur, o por ahí, y son una gozada porque cuando lees, o escribes en el ordenador, parece que sólo tienes la nariz pelada, que estás sin gafas. Y uno, a esta edad, agradece cualquier alivio de peso. Mañana tengo que ir a Worten a ver si me compro un teclado para el ordenata porque cada vez que pulso la letra “o” tengo que darle un mamporro a la tecla. Yo soy un desastre para la técnica, sobre todo con los cajeros. No atino y tengo que mandar a mi sobrino Sergio, siempre metido en la protesta en las redes y fuera de ellas, a hacer los ingresos, porque yo siempre los hago a una cuenta que no es y el sistema –el puto sistema— me los rebota. No sé la que tengo yo montada con los cajeros de los bancos. Como le di todas mis cosas de colección a Alberto Segura, propietario de la cadena El Cinematógrafo, para que las vendiera en sus tiendas, el otro día me llama un amigo de Las Palmas y me dijo: “Me acaban de regalar una Vespa tuya”. Una Vespa de miniatura, de 10 ó 15 euros, no vayan a creer. Me quité de encima un montón de recuerdos inútiles que no sirven para nada. Mi amigo estaba contentísimo de que le hubieran regalado algo mío y poder tenerlo en su casa. Pues me alegro mucho. Eso de hacer feliz a la gente con pequeños detalles, mola.
Los Veranos del Taoro empiezan mañana. Viene una actriz que me encanta, Isabella Rosellini, que hizo un papelazo en una película sobre el dictador Rafael Leónidas Trujillo, de la República Dominicana. Yo fui a ver dónde se cargaron a Trujillo y tengo una foto tirado en el suelo, en la misma posición en la que quedó el cadáver del dictador. Morboso que es uno. Joder, qué tiempos, hace años que visité República Dominicana. He estado dos veces, me encanta. Y, sobre todo, la pintura que hacen los haitianos. Me alojé una de las veces en el Jaragua, el hotel de Frank Sinatra, que tenía una hamaca enorme en la habitación. Dormía como un bendito. Y, bueno, estas son las novedades, algunas viejas, claro.