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sábado, 12 julio,2025

Cero por ciento

Todo sabemos que no es lo mismo un cero a la derecha que a la izquierda. Aparentemente, el cero considerado de forma aislada o a la izquierda no vale nada. Ahora bien, en alguna ocasión debemos reivindicar ese cero sin aparente valor. Me refiero a que en la vida el dinero no lo es todo. Un cero suelto o zurdo puede valer tanto o más que el oro molido.

En la actualidad, se manejan las cifras desde un mero punto de vista cuantitativo. Nadie se pregunta para qué sirve realmente tener una cosa en cantidades industriales. La tendencia de ahora consiste básicamente en referenciar todo a una talla 2XL o superior. A todos nos viene a la cabeza el famoso cinco por ciento para conseguir un arsenal de tipo planetario. Todo lo que resuene a quíntuple se destinará a un hangar camuflado en algún lugar recóndito. Incluso, algunas personas serían capaces de aplicar y multiplicar esa cantidad a cualquier cosa o componer una canción. Devoción por el cinco por ciento, por lo ingente y por lo desmesurado.  Por cierto, les podríamos sugerir a la cofradía del cinco por ciento un nombre para una canción: “Más cerca del cero por ciento”.

Pues bien, el cinco por ciento contemporáneo y otros sucedáneos valen menos que el cero. Dicho de otra manera, el cero por ciento merece más que el cinco por ciento. Todos hemos escuchado que no siempre dos más dos es igual a cuatro. Y eso es cierto. El humorista Miguel Gila explicaba estas paradojas matemáticas de la siguiente manera: “A mí no me dan miedo las balas. Me da miedo la velocidad que traen las balas”. Por tanto, de nada sirve amasar algo que no tiene ninguna utilidad.

¿Por qué nos encanta comulgar con ruedas de molino? Aquí habría que distinguir a la clase política de los estoicos ciudadanos.  En tiempos no muy lejanos, la paz era un deseo y una aspiración tangible. Muchas personas reivindicaban la paz de forma sosegada y ponían su granito de arena. La paz siempre generaba expectación. Cuando era pequeño, al final de un evento, tenía que leer un manifiesto precisamente a favor de la paz. Algunos invitados pensaron que todo había concluido y se empezaban a marchar. Sin embargo, el organizador de la reunión dijo que había un niño que quería compartir unas palabras de fraternidad. Los espectadores que se habían ido regresaron y todos escucharon aquellas breves palabras sobre la concordia que con tanto esmero exterioricé.  Por eso, como persona sencilla que procuro ser, nunca me ha gustado comulgar con ruedas de molino.

También, me gustaría denotar un fenómeno curioso que he podido observar en torno al cinco por ciento. La clase política está muy preocupada por conseguir algo que nunca tendrán: la credibilidad. El truco al que suelen acudir es el de poli malo y poli bueno. No hay nada como escenificar un aparente enfrentamiento. Con ello, se consigue captar la atención de los ciudadanos que ingenuamente creen que algo está oliendo a podrido. Si me permiten el símil, sería lo más parecido a lo que se conoce como fuego de cobertura. Pero aquí, una vez más, tenemos que citar una frase de Groucho Marx, el otro gran humorista: «La justicia militar es a la justicia lo que la música militar es a la música».

Jaime Díaz Fraga
Jaime Díaz Fraga
Abogado. Experto en movilidad internacional.

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