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miércoles, 25 junio,2025

Cae otro dictador

Heredó de su padre la nación siria y se convirtió en un implacable dictador, que sostuvo durante trece años una guerra civil y, a pesar de su educación británica y de su relación, por la vía de su esposa, con el mundo financiero occidental, no supo o no pudo gobernar a su país en democracia y en libertad. Bachar al Asad sigue el camino de casi todos los dictadores: son derrocados, con alguna excepción. Se convirtió en cruel e implacable con sus enemigos, fueran políticos o militares, constituyó una corte militar tan dura como él, amasó una fortuna, que está a salvo fuera del país, y huyó de Siria el último día posible, antes de que los rebeldes, variopintos y ayudados por naciones como Turquía, vencieran a sus leales, muchos de los cuales habían desertado y cambiado sus ropas militares por las de civiles. Sólo cuando escuchó el ruido de los cañones en las afueras de Bagdad, el tirano huyó, dejando tras de sí un pueblo que ahora derriba las estatuas de su padre, que proliferaban en la capital como flores marchitas de un pasado irrepetible. Primero pensó en dirigirse a Teherán, cuyo Gobierno emitió incluso un comunicado que reconocía que lo acogía con fines humanitarios. Pero luego, ya en el aire, el avión cambió el rumbo y enfiló hacia Moscú, donde fue recibido con los brazos abiertos por su amigo Vladimir Putin. Yo pensé que se iba a decidir por Londres, donde viven su esposa y sus hijos, pero parece que la reunificación familiar tendrá lugar en la capital de todas las Rusias. Bachar al Asad deja a su país al albur de las facciones que han tomado el poder, incapaces ahora de contener a la horda que quiere derribarlo todo: palacios, edificios oficiales, bancos, estatuas, jardines. Todo quedará arrasado, a la manera del régimen talibán en Afganistán, igualmente incapaz de cultivar una rosa. Una guerra civil que dura trece años mantenía al país en una constante incertidumbre, una guerra de trece años no hay quien la resista. Los pueblos acaban acostumbrándose a ellas, pero también se convierten en territorios agotados, cuyos moradores ya no creen en nada y todo se convierte en una lucha por la supervivencia. Así que a Bachar al Asad le quedará el recuerdo de una Siria en armas, de un pueblo depauperado y de un país potencialmente rico, cuyos recursos han ido a parar mayoritariamente a financiar una guerra entre facciones. Para Israel será un respiro: un enemigo más desactivado y un país vecino ahora ingobernable.

Andrés Chaves
Andrés Chaves
Periodista por la EOP de la Universidad de La Laguna, licenciado y doctor en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense, ex presidente de la Asociación de la Prensa de Santa Cruz de Tenerife, ex vicepresidente de la FAPE, fundador de la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de La Laguna y su primer profesor y profesor honorífico de la Complutense. Es miembro del Instituto de Estudios Canarios y de la National Geographic Society.

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