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Las autoridades francesas han detenido a dos hombres en relación con el espectacular robo de ocho piezas de joyería de la corona francesa, valoradas en aproximadamente 88 millones de euros, perpetrado en el museo Musée du Louvre (Louvre) el pasado 19 de octubre.
Según informó la fiscalía de París, los arrestos se produjeron la noche del sábado en el departamento de Seine‑Saint‑Denis, al norte de la capital, después de que uno de los sospechosos fuera interceptado en el aeropuerto Charles de Gaulle cuando intentaba huir a Argelia, y el otro fuera detenido en las inmediaciones de París con planes de volar a Mali.
Los investigadores creen que la operación estuvo “minuciosamente planificada”: los ladrones utilizaron un camión robado con plataforma elevadora y herramientas eléctricas para forzar una ventana en la histórica Galería d’Apollo, accedieron en menos de ocho minutos y huyeron sobre motocicletas, dejando atrás guantes, cascos y otros indicios de su paso.
Fuentes de la investigación confirmaron que el ADN fue clave para identificar a los detenidos, cuyas muestras se hallaron en la escena del robo. Ambos tenían antecedentes y estaban bajo vigilancia policial.
La Fiscalía ya había informado el jueves de la recuperación de más de 150 pruebas, entre restos de ADN y huellas, que se analizaban para localizar a los autores.
Los dos arrestados, de unos 30 años, fueron trasladados a la policía judicial de París y se les acusa de robo en banda organizada y asociación delictiva, cargos que podrían agravarse si se demuestra su implicación en la destrucción de las joyas.
Por ahora, aunque sí se ha recuperado parcialmente una corona dañada que quedó abandonada durante la huida, el grueso del botín desapareció y las autoridades advierten del riesgo de que las piezas sean desmontadas y vendidas por separado, lo que dificultaría enormemente su recuperación.
La ministra de Cultura, Rachida Dati, ha abierto una investigación administrativa sobre las fallas de seguridad del museo tras las evidencias de que algunas cámaras externas apuntaban en dirección equivocada.
Mientras tanto, la policía continúa su trabajo a contrarreloj. Más de cien investigadores de unidades especializadas en robos de arte están movilizados en la búsqueda del resto del grupo implicado y del paradero de las joyas. El suceso, además de su valor patrimonial incalculable, deja en evidencia la vulnerabilidad de instituciones culturales incluso de primer nivel ante grupos criminales organizados.





