La pregunta del título no tiene discusión: a que le aclamaran, porque como en España le insultan por la calle y en la India no saben quién es, pues prefiere la India. Se llevó a Begoña y ella fue directa ¡a una universidad!, a que la saludaran como si fuera un premio Nobel; e incluso se puso a bailar. Dicen que Pedro Sánchez le da patadas a las puertas de La Moncloa, cabreado por lo que ocurre en España, mientras Begoña sigue obsesionada con ser catedrática, partiendo del bachillerato como único bagaje. Hay cosas que no se entienden de este matrimonio hortera y osado, que se inventa viajes de Estado cuando no hay nada que España pueda resolveren la India, ni nada que la India pueda resolver en España. Parece que Moncloa insistió ante el Gobierno indio para que se produjera la invitación. Pero nadie sabe a lo que fue, con un amplio séquito y lo más que le gusta a él: la cola numerosa de automóviles, para él y para ella. A Begoña le escoltaban cinco en su visita a la universidad y tuvo tratamiento de “primera dama”, cuando no lo es. Si hay una “primera dama” en España, cuyo título no existe, sería la reina. Ellos ni se inmutan. Igual se ponen en el sitio de la familia real en los besamanos que aceptan para Begoña el título de “primera dama”. No tienen remedio, ni recato, ni vergüenza. Lo que sí tenemos los españoles es vergüenza ajena. En fin, un viaje más –hará tres en estos días— del presidente más inútil y más fatuo de la historia de la democracia. No tienen límite, ni él ni ella, y están haciendo pasar un ridículo espantoso al país que representan. Él, por su cargo, ella por sus ínfulas de grandeza como consorte. No vale la pena insistir en lo que ya se sabe.
martes, 29 abril,2025
